Nuestro Señor no quiso redimir al hombre de ninguna otra forma más que haciéndose hombre con él. Adoptó nuestra realidad carnal para así poder restaurar la imagen y semejanza concedida por Dios al hombre en la Creación y perdida por el pecado.
Y para ello de forma asombrosa para hombres y ángeles, preservó a Nuestra Señora de esa mancha original desde el momento de su Concepción para hacer de su cuerpo maternal digna morada de Dios. Y para nacer bajo una ley que venía a dar adecuado cumplimiento, quiso dar el realce adecuado a la institución familiar, para que fuera reflejo del Amor de Familia Trinitaria. Así, de forma no menos extraordinaria, eligió a José para que fuera el silente velador del Misterio de la Divinidad del Hijo de Dios. El Amor a Nuestra Señora siempre nos lleva al amor a Jesús y la ternura a ambos nos hace tener presente al padre de familia que los cuidó
El Santo Padre ha decretado un año santo dedicado a S. José. Desde estas breves líneas vamos a dando cada mes unas indicaciones para ello, encaminadas a poder consagrarse también a S. José al final del año.