LA TECNOLOGIA: CREATIVIDAD Y PODER

LA TECNOLOGIA: CREATIVIDAD Y PODER

La humanidad ha ingresado en una nueva era en la que el poderío tecnológico nos pone en una encrucijada. Somos los herederos de dos siglos de enormes olas de cambio: el motor a vapor, el ferrocarril, el telégrafo, la electricidad, el automóvil, el avión, las industrias químicas, la medicina moderna, la informática y, más recientemente, la revolución digital, la robótica, las biotecnologías y las nanotecnologías.

Es justo alegrarse ante estos avances, y entusiasmarse frente a las amplias posibilidades que nos abren estas constantes novedades, porque «la ciencia y la tecnología son un maravilloso producto de la creatividad humana donada por Dios». La modificación de la naturaleza con fines útiles es una característica de la humanidad desde sus inicios, y así la técnica «expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales».

La tecnología ha remediado innumerables males que dañaban y limitaban al ser humano.

No podemos dejar de valorar y de agradecer el progreso técnico, especialmente en la medicina, la ingeniería y las comunicaciones. ¿Y cómo no reconocer todos los esfuerzos de muchos científicos y técnicos, que han aportado alternativas para un desarrollo sostenible?

La tecnociencia bien orientada no sólo puede producir cosas realmente valiosas para mejorar la calidad de vida del ser humano, desde objetos domésticos útiles hasta grandes medios de transporte, puentes, edificios, lugares públicos. También es capaz de producir lo bello y de hacer «saltar» al ser humano inmerso en el mundo material al ámbito de la belleza. ¿Se puede negar la belleza de un avión, o de algunos rascacielos? Hay preciosas obras pictóricas y musicales logradas con la utilización de nuevos instrumentos técnicos. Así, en la intención de belleza del productor técnico y en el contemplador de tal belleza, se da el salto a una cierta plenitud propiamente humana.

Papa Franciasco, Laudato si. Nº 102,103



TENEIS UNA MADRE

Teneis una madre - El blog de Santa Beatriz - Madrid ha celebrado el 23 de septiembre, la fiesta de la patrona de los presos y de instituciones penitenciarias Nuestra Señora de la Merced con una Santa Misa dirigida por el cardenal Carlos Osoro.

Madrid ha celebrado el 23 de septiembre, la fiesta de la patrona de los presos y de instituciones penitenciarias Nuestra Señora de la Merced con una Santa Misa dirigida por el cardenal Carlos Osoro.

«No se olvide de nosotros». Tímido, pero audible, uno de los internos de Soto del Real que acaba de interpretar, junto al coro, la Misa de la Virgen de la Merced en el salón de actos, se despide del arzobispo Madrid, cardenal Carlos Osoro, que ha presidido la celebración. Con toda la ilusión, con poco tiempo para ensayar, el coro (cuatro voces, dos guitarras, una batería y un piano) han interpretado las canciones de una Eucaristía en la que han participado más de 300 personas.

«Evangelio es abandonar tu vida en manos de Cristo», han cantado antes de la proclamación del Evangelio. «Es mirar al cielo con ojos de niño». Ese cielo que se ve desde los patios de la cárcel y a través de los barrotes de las ventanas de los módulos en una prisión. Madrid V, que ha celebrado este viernes, 23 de septiembre, con un día de adelanto y por todo lo alto, la fiesta de la patrona de los presos y de instituciones penitenciarias: Nuestra Señora de la Merced.

«Cuando tengáis momentos de tristeza —ha animado el arzobispo a los internos durante la homilía—, no os olvidéis de que no estáis solos, tenéis una Madre». Se refiere a la Virgen María, de la que hay un mural permanente en este salón de actos de Soto, en su advocación de Guadalupe. «La regaló la familia de uno de los internos», nos aclara al concluir Paulino Alonso, capellán de Soto desde hace 24 años.

El arzobispo les señala, sin embargo, la talla de la Merced colocada junto al altar. María sostiene en su brazo izquierdo al Niño Jesús. Sugiere a los presentes, en lenguaje ignaciano, que hagan una «composición de lugar: ese soy yo, en brazos de María», siguiendo la dirección marcada por su otra mano, la derecha, que indica «el camino por el que tenemos que andar».
Que no es otro que el de proclamar, como en el magníficat del salmo, «la grandeza del Señor». ¿Cómo? «Con la vida», también dentro de los muros de la prisión, siguiendo aquello por lo que se distinguían, les ha contado, los primeros cristianos: por cómo se amaban, se querían, se ayudaban los unos a los otros, «sin poner etiquetas». «Ningún ser humano debe tener más etiqueta que esta: ser hijo de Dios».

La Eucaristía, espacio de libertad

Como el cardenal Van Thuan, les ha contado, que durante su cautiverio hizo que la cárcel se convirtiera «en un lugar de fraternidad», así «os invito yo a esto en este día». También les ha recordado que «hemos sido enviados para dar la Buena Noticia», que es el propio Jesucristo, «un modo de ser, de vivir y de comportarnos». Este tiempo de prisión, ha asegurado a los internos, «puede ser tiempo también para diseñar la vida» según estos parámetros, «para encontrarnos con Nuestro Señor, para tomar decisiones fundamentales en la vida».

Silencio sepulcral en un auditorio que escuchaba las palabras con respeto, que rezaba el padrenuestro con unción, quizá recordando esas palabras del cardenal Osoro, «todos somos hermanos», y que comulgaba con devoción. Es el de la Eucaristía el espacio de libertad de los internos, como señala el capellán. Ese en el que Dios se hace presente, dentro de los enrejados, las alambradas y los muros, para liberar al hombre. «Dios no estorba», ha enfatizado el purpurado; «Dios no es alguien que esclaviza», «no nos quita la libertad, Dios da libertad».

Junto al arzobispo han concelebrado, entre otros, el vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación, José Luis Segovia, y el vicario de la Vicaría VIII, el padre Ángel Camino, OSA, además del propio capellán de Soto. En la Misa han participado también el director y la subdirectora del centro penitenciario, así como el jefe de Seguridad de la prisión, que ha acompañado al cardenal Osoro a lo largo de toda la visita.

«Hablamos, padre»

Además de los miembros del coro, muchos internos han querido saludar al cardenal Osoro al concluir la Misa. Le piden su bendición, le agradecen su presencia. Como habían hecho, momentos antes de la Misa, los internos de Enfermería. Un módulo con área de psiquiatría, enfermos graves (muchos de ellos oncológicos, algunos terminales) e infecciosos (COVID, tuberculosis, sarna, hepatitis…) en el que hay cerca de 50 pacientes.

Allí esperaban al purpurado con ganas. Muchas ganas. Para ellos es todo un acontecimiento. «Yo estoy bien, padre, dentro de poco saldré en libertad» o «tratamos de estar bien para salir pronto de aquí», o «intentamos tirar pa’lante cada día», le cuentan.

Hay habitaciones recién limpiadas, en las que aún se ven los productos de higiene de por medio. Las han preparado para un día que es especial para ellos. La vida de los pacientes se ve en sus mesillas. «Son mi mujer y mi hija», explica uno de ellos, natural de Cali (Colombia), enseñando un mural de fotos con borde de purpurina rosa. En una cama ha quedado abandonado un libro de salmos. Otro enfermo le muestra al cardenal Osoro un gran dibujo de un Jesucristo que ha hecho con granos de café molidos, y que tiene sobre su cama. El compañero cultiva cuatro plantas en maceteros hechos con botellas de plástico: tomates, melón… «Para cuando salga».

«Que tenga feliz día», se despide uno de ellos. Otro lo hace con un confiado y familiar «hablamos, padre». El purpurado escucha otro deseo: «Que Dios le siga cuidando, le siga dando mucha salud y también felicidad». Y reza un padrenuestro, de la mano, con un hombre que padece esquizofrenia. Bendice a unos y a otros, les pregunta de dónde son y los anima. «Muchas gracias por la visita, se agradece muchísimo», le responden.

La figura del interno de apoyo

En el módulo, los pacientes ocupan habitaciones de cuatro o cinco camas, y están permanentemente acompañados por un interno de apoyo. Un preso de confianza que cuida de todos y de todo, y que es imprescindible para los funcionarios, porque «nosotros a todo no llegamos». Uno de estos internos es Rober, en Enfermería 19 de los 20 meses que lleva en Soto, porque trabajaba en la UVI de un hospital madrileño.

Es, además, el encargado del economato del módulo. Lo tiene impecable; nada que envidiar la pulcritud de su cafetera con la de los mejores restaurantes de Madrid. «Todas las noches me quedo limpiando», reconoce.
Lo que le ha tocado vivir a Rober solo él lo sabe. «He salvado vidas», explica, como si tal cosa, mientras relata las diferentes modalidades de intentos de suicidio que ha evitado. No son fáciles los presos enfermos.

Por eso, internos como Rober «pagan tres veces más de condena», observa uno de los funcionarios. Por la labor que hacen, que no solo es evitar problemas, sino también generar esa fraternidad a la que se refería el purpurado en la homilía. «Yo ducho a la gente», los acompaña… El funcionario lo tiene claro: «El que se quiere reinsertar, se reinserta».

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CANTICUM – ENSAMBLE CORAL

¿Te gusta cantar?

¡¡¡ Te escuchamos !!!

Ensayaremos a partir de octubre en la Parroquia de Santa Beatriz.

Calle Concejal Francisco José Jiménez Martín, 130.  28047 Madrid.

Si quieres audicionar contacta con nuestro director.

Carlos Guevara Sandoval

Móvil: 635809639



TE GUSTA CANTAR? TE INVITAMOS AL CORO INFANTIL

Ven a partir del 2 de octubre a la eucaristía de familia.

Los Domingos a las 11:00 h. ensayaremos.

a las 12:00 h participaremos en la eucaristia con los cantos.

Contactar con Carlos Guevara, nuestro director.

Teléfono 638809639



Preparándonos a la primera comunión

Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid

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de iniciación a la 1ª comunión



VEN Y SIGUEME

Ven y Sigueme - Testimonio - Boletín Parroquia Santa Beatrizl

Ven y Sigueme - Testimonio - Boletín  Parroquia Santa Beatrizl

Teresa, 77 años «feliz» tras las rejas del convento: «¡Ven y sígueme!», el papel que cambió su vida La hermana Teresa Margarita del Sagrado Corazón de Jesús tiene 96 años y hace apenas unos días cumplió 77 años como monja en el Carmelo en la ciudad de Luján de Cuyo, en la provincia argentina de Mendoza.
Mucho ha cambiado el mundo desde que aquella jovencita de 19 años ingresara tras las rejas del convento carmelita. Era 1945 y la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de concluir con la rendición formal de Japón, el hombre no había llegado a la luna y el Papa era Pío XII. Desde entonces esta religiosa ha rezado por él así como por San Juan XXIII, San Pablo VI, Juan Pablo I, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

La prensa argentina ha rescatado la figura de esta “monja feliz” que superando grandes dificultades e incluso a un episodio muy grave de Covid sigue con su vocación intacta, un fuerte amor comunitario y una gran vida de oración.

Se confiesa como feliz por ser “amada por Jesús”, especialmente tras haber superado el Covid-19 cuando sus hermanas carmelitas prácticamente la creían muerte.

“Yo tuve la famosa enfermedad que llegó. Cuando empezó, a las hermanas le tomó algunas semanas, pero se curaron enseguida. Pero a mí me tomó tan fuerte que estuve en la cama un mes. No me componía. Había algunas semanas que eran para irme a mi casa definitiva. Creían que no iba a recomponerme. Pero un día, en la cama, estaba con los ojos cerrados, y cuando los abrí vi a todas las hermanas alrededor mirándome. Parece que estaban esperando que yo cierre los ojos y digan ‘ya se fue’. Pero, me impresionó, porque yo las miraba a todas con los ojos bien abiertos para que vean que estoy viva. Se alegraron mucho las monjitas. Hoy, 96 años tengo, 77 años de profesión religiosa. Es como si fueran 77 años desposada con el amor de mis amores que es Jesús. Nunca me arrepentí y soy feliz. Jesús me ha hecho feliz de verdad”, explica en este vídeo la religiosa.
Pese a que han pasado casi ocho décadas no olvida el inicio de una vocación que no fue nada sencilla y que estivo marcad por la pobreza en la que creció. Ella lo recuerda así: “Quise ser carmelita porque vivía en una villa, y ahí no había religiosas. Pero cuando volví a la ciudad de Tucumán conocí la vida de Santa Teresita por un libro que me prestaron, y explicaba bien la vida del Carmelo. Cuando le dije a la madre superiora, me preguntaba si no había sentido el llamado de Dios para proseguir en la vida religiosa y le dije que no”.

Hermana Teresa Margarita

Sin embargo, algo ocurrió el tercer día. “En la silla delante mío, en la sala donde nos daban los cursos, sin que hubiera nadie, encontré un papelito largo. Lo saqué para leer y decía: ‘Ven y sígueme’. Para mí, fue como un llamado de Dios. Era la duda que yo tenía, porque no quería que nadie me lo preguntara, sino que viniera directamente de Dios. Fui de nuevo a la madre superiora, y le dije: ‘ahora me di cuenta que Dios quiere que lo siga en la vida consagrada’. Ella me preguntó adónde quería ir y le dije que al Carmelo. Me hizo muy feliz y hasta el día de mi muerte espero serlo”, añade contenta.

Nunca se ha arrepentido de aquella decisión que tomó en aquel 1945. Esta anciana monja asegura que estar en el Carmelo de Luján de Cuyo.

“Estar en este monasterio fue algo que no pensaba que iba a pasar. Estuve en otro también. Yo dije que quería ir al Carmelo de Mendoza, aunque no lo conocía. Acá he sido feliz y nunca me arrepentí. Para mí fue una gracia de Dios que me haya traído acá, donde hay mucho amor. Todas se quieren. Como Santa Teresa dice sobre su monasterio: ‘todas han de ser amigos, se han de querer, se han de ayudar´. Eso pasa acá. Si una está con trabajo, la otra la ayuda”, concluye.

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