DESDE BELEN LECCIONES CON FUTURO

Esta es una de las páginas del diario de Irene, una jovencísima redactora de Teens, una revista del grupo Ciudad Nueva, hecha por los chicos para los chicos. A través de sus ojos y sus palabras, la historia de un viaje a una tierra marcada por las divisiones y su encuentro con el proyecto «Armonía entre los pueblos», que a través del arte y la danza difunde belleza y esperanza a las nuevas generaciones de Belén.

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VIVIMOS EL ADVIENTO

Vivimos el Adviento - Parroquia Santa Beatriz 2022

La Navidad —la comercial, no la litúrgica— ha comenzado.

Muchos escaparates se han vestido ya con luces de todos los colores. En los supermercados han colocado los turrones. Y los canales infantiles de la televisión bombardean a los pequeños con todo tipo de juguetes desde hace semanas. Pero la Navidad real no llegará hasta finales de diciembre y, hasta entonces, hemos de vivir el Adviento, que comenzará el domingo, 27 de noviembre. Precisamente, el inminente tiempo litúrgico «tiene un doble carácter», que en ambos casos se presenta como un periodo «de devota y alegre expectación» ante el nacimiento de Jesús, explica Daniel

¿Qué es el tiempo de Adviento?

Escobar, delegado de Liturgia del Arzobispado de Madrid, parafraseando el punto 235 del ceremonial de los obispos. Por un lado, «es el tiempo de la preparación para la solemnidad de Navidad, en la que se recuerda la primera venida del Hijo de Dios a los hombres». Pero «es, además, el tiempo en el que, mediante este recuerdo, las mentes de los hombres se dirigen a la expectación de la segunda venida de Cristo al final de los tiempos».

A pesar de su importancia, puede resultar «complicado explicar el Adviento cuando socialmente no existe como tal», continúa Escobar. «Sin embargo, no todo son dificultades», añade el delegado. «Hay dos factores que nos pueden ayudar a distinguir Navidad y Adviento». En primer lugar, el entorno educativo, pues mientras «el Adviento es tiempo de trabajo, la Navidad lo es de descanso». Y en segundo lugar, la cena de Nochebuena, que «determina la culminación de algo que ha requerido un tiempo de preparación —convocar a la familia, organización, compras…—».

En el caso de los Cooperantes Veritatis de la Madre de Dios, una congregación que a través de la catequesis con niños pequeños trata de llevar el Evangelio a las familias, «no explicamos lo que es el Adviento», sino que «lo vivimos haciendo memorial de la historia de la salvación», explica el sacerdote Gonzalo M.ª Carbó, que lleva 40 años dedicado completamente a la vida espiritual de los niños.

A través del Oratorio de los Niños Pequeños, los religiosos proponen a los menores tres reuniones durante el mes de diciembre. En la primera, La espera del Salvador, «hacemos una narración salvífica desde la creación hasta la anunciación» que está acompañada por «la oración y canto: “¡Ven, Señor, Jesús; ven y sálvanos! ¡Ven, Señor Jesús; ven y cúranos”». En una segunda reunión, «narramos la anunciación a María y, a continuación, la anunciación a José». Mientras tanto, los niños, «sentados en la alfombra, escuchan y creen con atención y unción las palabras del ángel aplicada a ellos por nosotros», y las reproducen con la mano en el corazón.

Finalmente, «en la semana anterior a Navidad, hacemos la narración del nacimiento» de Jesús y, al ritmo del relato, «un niño tras otro van colocando las figuritas del belén», concluye Carbó, que sugiere a las familias la colocación de la corona de Adviento, ante la que se puede tener «un breve encuentro diario de oración familiar», y la colocación escalonada de las figuritas del belén «hasta hacer presente solemnemente la figura de Jesús en la noche de Navidad».

Iniciativas para vivir el Adviento en familia

Hay otras iniciativas para ayudar a vivir este tiempo litúrgico tan especial, en este caso a partir de los momentos de ocio familiar; una propuesta muy atractiva para los niños, que tienen el juego como una de sus actividades principales. Este es el caso de Angie, el angelito del Adviento, «una herramienta lúdica para que los niños conozcan y puedan vivir el verdadero significado del Adviento como preparación para la llegada de Jesús», explica el publicista valenciano Vicente Miquel, su creador. Se trata de un juego que consta de un libro-calendario y de una aplicación móvil. En primer lugar, «los niños deben hacer una tarea sencilla, una buena obra, que les viene marcada en el libro» de Angie.

Por ejemplo, una de las propuestas que ofrece es que los niños busquen «a un compañero que esté triste e intenta alegrarle el día; hoy les vas a dar un beso muy grande a tus papis y les vas a dar las gracias por quererte tanto; hoy intenta no enfadarte con tus hermanos o compañeros de clase…». Una vez completada esta parte, el niño puede ir a la aplicación móvil que previamente han tenido que descargar sus padres en el teléfono o la tableta, y buscar a Angie por toda la casa. «Al entrar, el aparato se pone en modo cámara, como si fuera un dispositivo de realidad virtual, y el niño o la niña tiene que ir recorriendo toda la casa. Hay un momento en el que, de pronto, aparece el angelito y hace una animación muy divertida que a los niños les encanta», explica Miquel.

Por último, los usuarios pueden ir coleccionando los angelitos en el calendario virtual de la aplicación y llegar así a la Navidad, el 24 de diciembre, con un reguero de buenas obras realizadas.

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EL AÑO EMPIEZA ANTES

El año empieza antes - Parroquia Sta Beatriz - Boletin diciembre 2022


La prisa es una constante de nuestra sociedad.

Apenas hemos empezado una cosa cuando ya estamos viendo cómo queremos terminarla o cómo va a ser cuando se termine. Así pasa con el año. La sociedad está esperando a que llegue el 31 de diciembre, para tener fiesta, cerrar un año y empezar otro. No sea así entre los cristianos, comienza el año con el comienzo del Adviento. Comienza cuando Nuestra Señora está en situación de buena esperanza. Cuando, como dicen los Santos padres en la Antigüedad, habiendo engendrado primero a Cristo en su corazón. Cuando acepta las palabras de Dios por medio del Ángel, inmediatamente después el Espíritu Santo haga concebir en carne mortal a Su Divino Hijo en su Santísimo vientre. Ella lo esperó en el silencio y los cristianos comenzamos el año litúrgico en el silencio del Adviento.

Tiempo fuerte de conversión

Estamos rodeados de fiesta. De fiestas paganas. Pero en el corazón nace una esperanza, renovamos la esperanza en un Niño que nos viene a nacer, que nos ha sido dado. Preparémonos desde ya, como Nuestra Señora a concebir a Cristo en nuestras vidas, en nuestro corazón, para que luego se haga carne mortal en nosotros y así podamos transmitirlo al resto de nuestros hermanos como hizo Ella.

Y como dice San Pablo, no ajustemos nuestro proceder a los humanos, sino renovémonos con la renovación del Espíritu. Volvamos a nacer. Es decir, la fiesta que celebramos los católicos, en nada se parece a la fiesta que celebra la sociedad. La sociedad quiere ahogar las celebraciones católicas. El verdadero sentido de los días que comenzamos, están salpicados de conmemoraciones íntimamente católicas, íntimamente Marianas y por tanto Cristológicas. Empezamos con la festividad de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, que está justo en medio del Adviento. Nos recuerda la Iglesia que era necesario que Cristo tuviera una madre excepcional para tan excepcional Divino Hijo. Después llegan todas las fiestas de Navidad. El día de Navidad, La Sagrada Familia, La Epifanía del Señor, el Bautismo de Nuestro Señor.

Todas estas fiestas están en medio de las fiestas paganas. No confundamos la esperanza en una vida que se renueva, que tenemos los católicos, con el desenfreno de las fiestas que celebra el mundo. Debemos estar en el siglo sin ser del siglo. Como Cristo vino al mundo, siendo el Rey del Universo y nos pide que no seamos solo del mundo y bajemos nuestra mirada a la humildad de un Niño que nace y al todos miraran cuando sea elevado en la Cruz.

Manuel García



UN AÑO DE ESPERANZA

Feliz Navidad , Parroquia Santa Beatriz 2022


En el calendario 2022 que sacó la parroquia podíamos leer «Un año de esperanza».

Lo cierto es que este año 2022 lo podíamos catalogar de «anno horribilis». Motivos habría para ello: Guerra de Ucrania, subida espectacular del IPC, hasta máximos que no se daban desde hacía varios lustros y los políticos sin ponerse de acuerdo en cuestiones de suma importancia para nuestro país. En fin, demasiadas cosas negativas para desear que este año termine lo antes posible.

Sin embargo, el año terminará con una buena noticia: Dios ha nacido. Jesús habitará entre nosotros y nos volverá a llevar la alegría y la esperanza a nuestros corazones. No hará falta que nos recuerden con los alumbrados navideños, cada año se adelantan más, que un «niño» volverá a salvar al mundo como lo hizo hace 2022 años.

Jesús es nuestra guía, marca nuestro camino y nos llena amor. Amor al prójimo, ojalá llegué a los oídos de aquellos que se afanan en seguir con las guerras, mantener el hambre y buscar la desigualdad entre la personas.

Jesús es nuestra esperanza. Feliz Navidad a todos.

Antonio Vaquerizo



VIGILIA DE ADVIENTO

Te invitamos a celebrar

MISA VIGILIA

SABADO 26 NOVIEMBRE A LAS 19:00 H.

 



Porque bautizar a los niños

¿Por que Bautizar a los niños? Parroquia Santa Beatriz - 2022

¿Por qué bautizar a los niños pequeños? ¿No es mejor esperar a que ellos puedan decidir?

Hoy día hay padres que prefieren esperar a que sus hijos crezcan para que, cuando tengan suficiente capacidad de tomar decisiones propias, puedan decidir libremente si se bautizan o no. La razón parece lógica: las decisiones que tienen consecuencias importantes han de ser libremente tomadas, y pocas cosas hay más importantes en la vida que incorporarse o no a la Iglesia, que ser cristiano o no.

En cambio, muchos padres católicos bautizan a sus hijos a los pocos días de nacer, y no piensan que estén coartando la libertad de sus hijos, ni condicionando injustamente su futuro. Parecen personas razonables. ¿Lo son realmente?

Un hecho sociológico

Hay muchas decisiones que toman los padres sin esperar a consultar con sus hijos, en cuestiones que les van a afectar de un modo decisivo en su vida. Se ocupan de proporcionarles alimento, vestido, calor y afecto antes de que tengan uso de razón, sin que lo hayan pedido libremente, pero esto es imprescindible para sacarlos adelante con vida. Pero también hacen cosas, además de cubrir las necesidades básicas de subsistencia, que incidirán decisivamente en planteamientos vitales de fondo.

Pensemos, por ejemplo, en el hecho de hablarles en un idioma concreto. La adquisición del idioma materno responde a una decisión de los padres que va a configurar el modo de expresarse de los hijos, sus más profundas raíces culturales e incluso unas perspectivas muy concreta en su acercamiento a la realidad. Ningunos padres razonables tomarían la decisión de no hablar nada a su hijo hasta que creciera, escuchase varios idiomas y decidiera por sí mismo cuál querría aprender. El idioma es un elemento cultural muy importante en el desarrollo de la vida humana y retrasar su adquisición hasta la mayoría de edad supondría un gravísimo daño al desarrollo intelectual del nuevo ser humano.

Pero, ¿la decisión de bautizar y comenzar a formar en la fe tiene algún parecido con la de hablar a los niños en el propio idioma? Una persona que no tenga fe y no sepa lo que supone la existencia de Dios, su bondad, su modo de actuar en el mundo y en las personas, y que desconozca la realidad más profunda del bautismo pensará que no tiene nada que ver, que el idioma es imprescindible y la fe no lo es.

Pero eso no quiere decir que su valoración sea razonable, sino que se debe a sus carencias culturales, o incluso a sus prejuicios, que le impiden razonar contando con todos los datos reales. Por eso, para hacerse cargo racionalmente de todos los factores implicados en esta cuestión resulta imprescindible saber primero lo que supone recibir el Bautismo, y después valorar la situación.

Qué implica el Bautismo

Dios ha diseñado para cada ser humano una historia de amor, que se va desvelado poco a poco a lo largo de la vida. En la medida que tengamos un trato cercano con Él, esa historia se irá desvelando y tomando cuerpo. Y el primer paso para que se esa cercanía sea eficaz se da en el Bautismo.

La fe cristiana considera el Bautismo como el sacramento fundamental, ya que es condición previa para poder recibir cualquier otro sacramento. Nos une a Jesucristo, configurándonos con Él en su triunfo sobre el pecado y la muerte.

En la antigüedad se administraba por inmersión. El que se iba a bautizar se sumergía por completo en agua. Así como Jesucristo murió, fue sepultado y resucitó, el nuevo cristiano se introducía simbólicamente en un sepulcro de agua, para despojarse del pecado y sus consecuencias, y renacer a una nueva vida. El bautismo es, en efecto, el sacramento que nos une a Jesucristo, introduciéndonos en su muerte salvífica en la Cruz, y por ello nos libera del poder del pecado original y de todos los pecados personales, y nos permite resucitar con él a una vida sin fin. Desde el momento de su recepción, se participa de la vida divina mediante la gracia, que va ayudando a crecer en madurez espiritual.

En el bautismo nos convertimos en miembros del Cuerpo de Cristo, en hermanos y hermanas de nuestro Salvador, y en hijos de Dios. Somos liberados del pecado, arrancados de la muerte eterna, y destinados desde ese instante a una vida en la alegría de los redimidos. «Mediante el bautismo cada niño es admitido en un círculo de amigos que nunca le abandonará, ni en la vida ni en la muerte. Ese círculo de amigos, esta familia de Dios en la que el niño se integra desde ese momento, le acompaña continuamente, también en los días de dolor, en las noches oscuras de la vida; le dará consuelo, tranquilidad y luz» (Benedicto XVI, 8 de enero de 2006).

Por qué la Iglesia mantiene la práctica del bautismo de niños

Esta práctica es de tiempo inmemorial. Cuando los primeros cristianos recibían la fe, y eran conscientes del gran don de Dios de que habían sido objeto, no querían privar a sus hijos de esos beneficios.
La Iglesia sigue manteniendo la práctica del bautismo de niños por una razón fundamental: antes de que nosotros optemos por Dios, él ya ha optado por nosotros. Nos ha hecho y nos ha llamado a ser felices. El bautismo no es una carga, al contrario, es una gracia, un regalo inmerecido que recibimos de Dios.
Los padres cristianos, desde los primeros siglos, aplicaron el sentido común. Así como la madre no deliberaba largamente sobre si debía dar el pecho a su hijo recién nacido, sino que lo alimentaba cuando el niño lo requería, así como lo lavaban cuando estaba manchado, lo vestían y lo abrigaban para protegerlo de los rigores del frío, así como le hablaban y le daban cariño, también le proporcionaban la mejor ayuda que cualquiera criatura humana necesita para desarrollar la vida en plenitud.

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