Papa Francisco a la Iglesia de Bahrein

Papa Francisco en el Encuentro de oración y ángelus con los obispos, sacerdotes, consagrados, seminaristas y agentes pastorales. - Parroquia Sta Beatriz

El Papa les ha pedido que conserven y multipliquen la alegría, que cuiden el diálogo con los demás y que acojan su vocación profética.

Son palabras del Papa Francisco en el Encuentro de oración y ángelus con los obispos, sacerdotes, consagrados, seminaristas y agentes pastorales. Recordando que el primer testimonio en la unidad, les ha pedido: “¡Tratemos de ser custodios y constructores de unidad! Para ser creíbles en el diálogo con los demás, vivamos la fraternidad entre nosotros. Así ha pedido hacerlo en las comunidades, casas religiosas, familias sociedad: Estemos siempre abiertos al diálogo».

El Papa Francisco, en su homilía, además de explicar el Evangelio del día; se ha detenido en “tres grandes dones que el Espíritu Santo nos da y que pide que acojamos y vivamos: la alegría, la unidad y la profecía”.

Fuente de alegría

Por una parte, “el Espíritu es fuente de alegría”. Tras explicar que “la alegría del Espíritu no es un estado ocasional o una emoción del momento”, ha indicado que nace de la relación con Dios, “de saber que, aun en las dificultades y en las noches oscuras no estamos solos, perdidos o derrotados, porque Él está con nosotros”.

Así, les ha pedido a todos los asistentes que ya viven esa alegría en comunidad: “Consérvenla, más aún, multiplíquenla. ¿Y saben la mejor manera? Dándola”. De esta forma ha explicado que es necesario que la alegría no decaída en las comunidades cristianas: “que no nos limitemos a repetir gestos por rutina, sin entusiasmo, sin creatividad”.

“Es importante que, además de la liturgia, particularmente en la celebración de la Misa, fuente y cumbre de la vida cristiana, hagamos circular la alegría del Evangelio también a través de una acción pastoral dinámica, especialmente para los jóvenes, las familias y las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa”, ha indicado.

Fuente de unidad

Por otra parte, el Espíritu Santo es fuente de unidad. “Las divisiones del mundo, y también las diferencias étnicas, culturales y rituales no pueden dañar o comprometer la unidad del Espíritu” ha pedido, recordando que “su fuego destruye los deseos mundanos y enciende nuestras vidas con ese amor acogedor y compasivo con el que Jesús nos ama”.

Así, cuando esto sucede hay unidad. “El Espíritu del Resucitado se convierte en esa fuente de unidad y de fraternidad, rompe las barreras de la desconfianza y libera del miedo”, ha explicado. Es de esta forma como el Espíritu modela a la Iglesia desde sus orígenes: “Desde Pentecostés las procedencias, las sensibilidades y las diferentes visiones se armonizan en la comunión, se forjan en una unidad que no es uniformidad. Si hemos recibido el Espíritu, nuestra vocación eclesial es principalmente la de cuidar la unidad y cultivar el conjunto”.

El primer testimonio que podemos dar al mundo es el de la unidad. El Papa Francisco lo ha remarcado desde Bahréin: “¡Tratemos de ser custodios y constructores de unidad! Para ser creíbles en el diálogo con los demás, vivamos la fraternidad entre nosotros. Hagámoslo en las comunidades, valorando los carismas de todos sin mortificar a nadie; hagámoslo en las casas religiosas, como signos vivos de concordia y de paz; hagámoslo en las familias, de modo que el vínculo de amor del sacramento se traduzca en actitudes cotidianas de servicio y de perdón; hagámoslo también en la sociedad multirreligiosa y multicultural en la que vivimos”. De esta forma, en el marco de una región como la del Golfo Pérsico el Papa ha exhortado: “Estemos siempre en favor del diálogo, seamos tejedores de comunión con los hermanos de otros credos y confesiones. Sé que en este camino ustedes ya dan un hermoso ejemplo, pero la fraternidad y la comunión son dones que no debemos cansarnos de pedir al Espíritu, para rechazar las tentaciones del enemigo, que siempre siembra cizaña”.

Fuente de profecía

Por último, el Espíritu es fuente de profecía. Los profetas, que son personas que Dios llama, consagra y envía en medio del pueblo para que hablen en su nombre, reciben la “luz interior que los hace intérpretes atentos de la realidad”. De esta forma el Papa pasó a recordar que “también nosotros tenemos esta vocación profética”. Por eso, “no podemos fingir que no vemos las obras del mal, quedarnos en una vida tranquila par no ensuciarnos las manos”.

Además, el Papa ha terminado agradeciendo estos días a quien han preparado, al Rey y las autoridades por su exquisita hospitalidad: “Los animo a seguir con constancia y alegría su camino espiritual y eclesial”.

Fuente:



PALABRA DE VIDA – NOVIEMBRE 2022

«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5, 7).
En el Evangelio de Mateo, el discurso de la montaña va tras el inicio de la vida pública de Je-sús. La montaña se considera el símbolo de un nuevo monte Sinaí, en el que Cristo ofrece su «ley» como nuevo Moisés. El capítulo anterior habla de grandes masas que comenzaron a seguir a Jesús y a las cuales Él dirigía sus enseñanzas. En cambio, este discurso lo dirige Jesús a sus discípulos, a la comunidad naciente, a los que más tarde serían llamados cristianos. Je-sús presenta el «reino de los cielos», núcleo central de su predicación (cf. Mt 4, 23; 5, 19-20); y, dentro de este, las bienaventuranzas representan su manifiesto programático, el mensaje de la salvación, una «síntesis de toda la Buena Nueva, que es la revelación del amor salvífico de Dios» .
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia».
¿Qué es la misericordia? ¿Quiénes son los misericordiosos? La frase comienza por la palabra «bienaventurado/s» , que significa feliz, afortunado, y adquiere también el sentido de ser bendecido por Dios. En el texto, entre las nueve bienaventuranzas, esta se encuentra en el lugar central. Las bienaventuranzas no pretenden representar comportamientos que son ob-jeto de premio, sino auténticas oportunidades para ser un poco más parecidos a Dios. En particular, los misericordiosos son aquellos que tienen el corazón lleno de amor a Él y a los hermanos, un amor concreto que se inclina hacia los últimos, los olvidados, los pobres, hacia quienes necesitan este amor desinteresado; de hecho Misericordia es uno de los atributos de Dios ; Jesús mismo es misericordia.
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia».
Las bienaventuranzas transforman y revolucionan los principios más comunes de nuestro modo de pensar. No son simples palabras de consuelo, sino que tienen el poder de cambiar el corazón, tienen la capacidad de crear una nueva humanidad, hacen eficaz el anuncio de la Palabra. Es necesario vivir la bienaventuranza de la misericordia también con nosotros mis-mos, reconocernos necesitados de ese amor extraordinario, sobreabundante e inmenso que Dios tiene por cada uno de nosotros.
La palabra misericordia, rahamim en hebreo, deriva del hebreo rehem, vientre materno, y evoca una misericordia divina sin límites, como la compasión de una madre por su niño. Es «un amor que no mide, abundante, universal, concreto. Un amor que tiende a suscitar la re-ciprocidad, que es el fin último de la misericordia. […] Así pues, si hemos sido víctimas de alguna ofensa o de alguna injusticia, perdonemos y se nos perdonará. ¡Seamos los primeros en tener piedad, compasión! Aunque parezca difícil y audaz, preguntémonos ante cada próji-mo: ¿cómo se comportaría su madre con él? Es un modo de pensar que nos ayuda a entender y a vivir según lo que Dios quiere».
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia».
«A los dos años de matrimonio, nuestra hija y su marido decidieron separarse. La acogimos de nuevo en nuestra casa, y en los momentos de tensión procurábamos quererla con pa-ciencia, comprensión y perdón en el corazón, mantener una relación de apertura para con ella y su marido, y sobre todo esforzándonos en no juzgar. Al cabo de tres meses de escu-cha, ayuda discreta y mucha oración, se volvieron a juntar con consciencia, confianza y espe-ranza renovadas» .
Y es que ser misericordiosos es más que perdonar. Es tener un corazón grande, tener prisa por borrarlo todo, por quemar completamente todo lo que pueda obstaculizar nuestra rela-ción con los demás. La invitación de Jesús a ser misericordiosos consiste en ofrecer un ca-mino para acercarnos de nuevo al designio originario, de modo que podamos transformarnos en aquello para lo que hemos sido creados: para ser a imagen y semejanza de Dios.                                                                                                                                                                       LETIZIA MAGRI



DISCERNIR LAS DECISIONES

Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid - Discernir las decisiones

Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid

¿Qué significa discernir?

El discernimiento es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Discernir las decisiones. Uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación. En todos ellos se realiza un proyecto de vida, y también se concreta nuestra relación con Dios. En el Evangelio, Jesús habla del discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria; por ejemplo, describe al pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; o al mercader que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor. O el que, arando un campo, encuentra algo que resulta ser un tesoro (cf. Mt 13,44-48).

A la luz de estos ejemplos, el discernimiento se presenta como un ejercicio de inteligencia, y también de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección. Es necesario inteligencia, habilidad y también voluntad para hacer una buena elección. Y también hay un coste necesario para que el discernimiento sea operativo. Para desempeñar su oficio lo mejor posible, el pescador tiene en cuenta la fatiga, las largas noches en el mar y el descarte de una parte de las capturas, aceptando una pérdida de ganancias por el bien de los destinatarios. El comerciante de perlas no duda en gastar todo para comprar esa perla; y lo mismo hace el hombre que ha tropezado con un tesoro.

Situaciones inesperadas e imprevistas en las que es imprescindible reconocer la importancia y la urgencia de una decisión que hay que tomar. Cada uno debe tomar sus decisiones; no hay nadie que las tome por nosotros. En un momento determinado los adultos, libres, pueden pedir consejo, pensar, pero la decisión es propia; no se puede decir: “He perdido esto, porque lo ha decidido mi marido, mi mujer, mi hermano”: ¡no! Tienes que decidir tú, todo el mundo tiene que decidir, y por eso es importante saber discernir: para decidir bien, hay que saber discernir.

El Evangelio sugiere otro aspecto importante del discernimiento: implica los afectos.

El que ha encontrado el tesoro no siente ninguna dificultad en venderlo todo, tan grande es su alegría (cf. Mt 13,44). El término utilizado por el evangelista Mateo indica una alegría muy especial, que ninguna realidad humana puede dar; y de hecho vuelve a aparecer en muy pocos otros pasajes del Evangelio, todos ellos referidos al encuentro con Dios. Es la alegría de los Magos cuando, tras un largo y penoso viaje, vuelven a ver la estrella (cf. Mt 2,10); es la alegría de las mujeres que regresan del sepulcro vacío tras escuchar el anuncio de la resurrección por parte del ángel (cf. Mt 28,8). Es la alegría de los que han encontrado al Señor. Tomar una bella decisión, una decisión correcta, siempre te lleva a esa alegría final; quizás en el camino tengas que sufrir un poco de incertidumbre, pensar, buscar, pero al final la decisión correcta te beneficia con la alegría.

En el Juicio Final, Dios obrará el discernimiento —el gran discernimiento—hacia nosotros. Las imágenes del agricultor, el pescador y el mercader son ejemplos de lo que ocurre en el Reino de los Cielos, un Reino que se manifiesta en las acciones ordinarias de la vida, que nos exigen tomar posición. Por eso es tan importante saber discernir: las grandes elecciones pueden surgir de circunstancias que a primera vista parecen secundarias, pero que resultan ser decisivas.

Por ejemplo, pensemos en el primer encuentro de Andrés y Juan con Jesús, un encuentro que nace de una simple pregunta: «Rabí, ¿Dónde vives?» — «Venid y veréis» (cf. Jn 1,38-39), dice Jesús. Un intercambio muy breve, pero es el comienzo de un cambio que, paso a paso, marcará toda una vida. Años después, el evangelista seguirá recordando aquel encuentro que le cambió para siempre, también recordará la hora: «Eran como las cuatro de la tarde» (v. 39). Es la hora en que el tiempo y lo eterno se encontraron en su vida. Y en una decisión buena, correcta, se encuentra la voluntad de Dios con nuestra voluntad; se encuentra el camino presente con el eterno. Tomar una decisión correcta, después de un camino de discernimiento, es hacer este encuentro: el tiempo con lo eterno.
Por lo tanto: el conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad: son algunos elementos indispensables del discernimiento. A lo largo de estas catequesis veremos otras, igualmente importantes.

El discernimiento implica un esfuerzo.

Según la Biblia, no encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir: ¡No! Tenemos que decidirlo todo el tiempo, según las realidades que se presenten. Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por lo tanto, discernir es arduo.
A menudo hemos tenido esta experiencia: elegir algo que nos parecía bueno y en cambio no lo era. O saber cuál era nuestro verdadero bien y no elegirlo. El hombre, a diferencia de los animales, puede equivocarse, puede no querer elegir correctamente. La Biblia lo demuestra desde sus primeras páginas. Dios da al hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la vida, recuerda que eres una criatura, que no eres el criterio del bien y del mal, y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los demás y para el mundo (cf. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte. Una enseñanza fundamental: no es casualidad que sea el primer diálogo entre Dios y el hombre. El diálogo es: el Señor da la misión, tú debes hacer esto y esto; y el hombre a cada paso que da debe discernir qué decisión tomar. El discernimiento es esa reflexión de la mente, del corazón que debemos hacer antes de tomar una decisión.

El discernimiento es agotador pero indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una relación filial con Dios. Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos. Pero nunca impone su voluntad. ¿Por qué? Porque quiere ser amado y no temido. Y Dios también quiere que seamos hijos y no esclavos: hijos libres. Y el amor sólo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir: ¿Qué puedo hacer ahora, ante esta alternativa? Que sea un signo de más amor, de más madurez en el amor.

¡Pidamos, que el Espíritu Santo nos guíe! Invoquémosle cada día, especialmente cuando tengamos que tomar decisiones. Gracias.

Papa Francisco. Audiencia General, Aula Pablo VI, Miércoles, 31 agosto 2022.



LA ETERNIDAD JUNTO AL SEÑOR

Dia de todos los Santos - Parroquia Santa Beatriz - Jesús la Luz de nuestras Vidas

Día de todos los Santos

Como todos los años llega el día de todos los Santos, una fecha que muchos lo asocian a días descanso y puente y otros a visitar en los cementerios a sus seres queridos. Muchos retornan a sus lugares de origen donde descansan aquellas personas que fueron, son y serán siempre importantes en nuestra vida.

Para nosotros los cristianos, la muerte no es el fin y no debe serlo, para nosotros hay vida más allá de la tierra, y esa vida es JESÚS. Que nadie se olvide, Jesús fue un ser de carne y hueso como todos nosotros. Vivió las mismas cosas que nosotros y por si esto fuera poco, murió por nosotros para darnos la eternidad junto al PADRE.

Este día que hace que nuestros corazones palpiten a otro ritmo y que en nuestros ojos aparezcan diminutas lágrimas, es un día para estar alegres, Jesús está con nosotros y ellos ya están con ÉL.
Nuestro camino tiene un fin, la eternidad junto al Señor.

Feliz día de todos los Santos

Antonio Vaquerizo