TE CAMBIA LA VIDA

Te cambia la vida - - Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid

Te cambia la vida - - Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid

Tres consejos para adquirir el hábito de la oración diaria: «Te cambia la vida… y te da vida» Muchos santos han escrito que la oración es, simplemente, hablar con Dios, y es célebre la frase de Santa Teresita de Lisieux: «Para mí, la oración es un impulso, una necesidad del corazón, una simple mirada lanzada hacia el cielo, un grito de gratitud y de amor tanto en el dolor como en la alegría».
Erin Mone actualmente forma parte del equipo de pastoral juvenil de la catedral de María Inmaculada en la diócesis de Tyler (Texas). Tiene 36 años y nació en California en una familia católica con ocho hijos. Se crió en Illinois en un ambiente protestante que cuestionaba continuamente su fe. Tuvo necesidad de formarse bien, porque cada vez que sus cordiales adversarios le planteaban una dificultad, al llegar a casa, donde tenían una buena biblioteca, la estudiaba para volver al colegio con una respuesta. «Tal vez no tengas siempre una respuesta», le decía su padre, «pero sabes que la Iglesia católica sí la tiene, y que esa respuesta siempre es hermosa y siempre tiene sentido». Y esos buenos fundamentos se aprecian en un reciente artículo donde ofrece tres sencillas reglas para iniciar una vida de oración cotidiana realista y seria.
Si la oración es «vivir en relación con Dios», apunta recordando la definición del YouCat, exige dar y recibir, como todas las relaciones: «No solo debemos hablar y compartir nuestro corazón, debemos también ser capaces de escuchar y recibir el corazón del Señor». Ahora bien, como no tenemos para ello los oídos y los ojos como en una conversación normal, «debemos aprender a escuchar con los oídos y los ojos de nuestro corazón, que es donde habla el Señor».
Propone tres pasos para lograrlo.
1. Establece un tiempo diario para la oración.
Hacerlo nos hace proactivos en la decisión de rezar, pasando de una «idea bonita» a dar «pasos concretos para ponerla en práctica». Dar la vuelta al mundo no dejará de ser un hermoso propósito hasta que no saquemos el primer billete, sugiere como analogía.
«Establecer una hora concreta para la oración nos ayuda también a serle fieles» cuando el estrés, las preocupaciones o la sobrecarga de tareas nos alejen de ella: «Si tenemos ya un tiempo fijado para la oración, es más probable que lo respetemos». Y recuerda una frase de la Madre Teresa de Calcuta: «El Señor no me llamó a tener éxito. El Señor me llamó a ser fiel”.
¿Cuánto tiempo debemos dedicarle? «Recuerda no descuidar tus obligaciones», advierte Erin, «pero ponte retos: comienza con algo pequeño (2 minutos la primera semana, 5 la segunda, etc.) y arréglatelas para irlo ampliando hasta llegar al tiempo que te hayas marcado».
2. ¡Empieza!
Es fácil convencernos a nosotros mismos de que para empezar a rezar tenemos que conocer todos los métodos y memorizar o tener disponibles decenas de oraciones. «¡No caigas en esa trampa!», avisa: «Del mismo modo que no te conviertes en experto en amistad antes de hacer amigos, tampoco tienes que ser un experto en oración para rezar. Aprenderás a medida que lo hagas… pero solo si empiezas».
«Uno de los mejores consejos que recibí cuando empecé a rezar», continúa, «fue ser consciente de que Dios está presente. Él vive aquí, te está esperando, está mirándote y amándote. Cuando estás empezando a abrir tu corazón para compartir tus alegrías y tus penas, recordar que Él está presente y te escucha cambia tu forma de hablar. Del mismo modo que no siempre hablamos cuando salimos con los amigos, simplemente ‘estar’ en presencia del Señor es una oración».
Para ello es fundamental el silencio, al que es bueno dedicar al menos unos segundos antes de empezar a rezar, para «pisar el freno de nuestras aceleradas vidas cotidianas». Eso te ayudará a «estar presente para Dios, dado que Él ya está presente para ti».
3. Adopta una postura de oración
Las actitudes corporales también ayudan. Erin enumera algunas: de pie para alabar, de rodillas para adorar o pedir perdón, sentados para escuchar y meditar… O las manos elevadas para interceder y ofrecer, abiertas para recibir, juntas para pedir o escuchar…
Es lo que nos enseña la Iglesia para que nuestro cuerpo nos ayude a entrar en «la oración más grande, la misa»: de pie durante el Evangelio en señal de respeto, de rodillas durante la consagración para expresar adoración, sentados durante la homilía para escuchar… «Encontrar una postura respetuosa y orante te ayudará a entrar en oración y a expresarla», insiste Erin.
* * *
«Llevar una vida diaria de oración te cambia la vida… y te da vida», concluye. Y como propina deja unas palabras de San Juan María Vianney que recomienda para arrancar en los primeros momentos. Decía así el Santo Cura de Ars: «¡Oh, mi Dios! Si mi lengua no puede decir cada instante que te amo, por lo menos quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro».

Fuente:




TU PRESENCIA

Gracias

..Gracias

Abstraída en tu
presencia
Imagino tu mirada
Y me sumerjo en tu amor…
Nada deseo más, nada
que, que me invada.

Quiero partir a tu lado
mi oración torna en clamor
Volar afortunada,
Y sentir por fin tu consuelo

Tal es mi angustia y anhelo
que me invade el dolor

Deseo abandonar este mundo
Y miro a mi alrededor…
Y despierto…

¡Mi egoísmo me desborda!
¡emerge un no rotundo!
Y me rodea el terror

Lloro por el desprecio
con el que el mundo te hiere
Me duelen las afrentas
la actitud del necio
Siento que mi corazón muere…

Lloro…

Imagino un mundo justo
con almas limpias y puras

Oro…

Y transmitir decido…
lo que contigo
he aprendido:
Enseñarles a ser luz
Que con tu ayuda, mi Dios
conozcan de mi mano
lo que entregaste en la cruz

Transforma oh Señor su corazón endurecido,
absorbente y posesivo,
que del Espíritu reciban
tal fuerza emotiva,
tal firmeza afectiva,
que solo deseen darse desinteresados sin medida

Provee en mí don humilde,
una generosa entrega sin resistirme

Que todos somos hermanos

Entonces…

Esperar pues debo
para que Tu acción les transforme
y su Alma sea invadida por el ardor
de tu infinito amor

Ahora… nada ansío más, nada

Que su alma a ti se abandone
Que se conviertan en luz
En instrumentos de tu amor
Esperar me veo obligada
a que sientan como yo

Miranos con tu mirada
Con tu mirada de amor
Que mi clamor y mi dolor
Se transformen en batalla luchada….. y ganada

Abstraída en tu presencia
Imagino tu mirada…
y me sumerjo en tu amor…

¡Qué dulce espera!
Pronto estaré a tu lado
con mis hermanos…
volaremos juntos en comunión.

Miriam




VACACIONES: TIEMPO DE ENCUENTRO

Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid - Discernir las decisiones

¿Nos hemos preguntado que son las vacaciones? A nuestros abuelos, en su juventud ni les sonaba este término, vacaciones, como mucho los más acomodados hablaban de veranear. Pero para muchos era motivo de más trabajo, en el campo, o de buscar la mejor manera de pasar la canícula. ¿En que hemos trasformado las vacaciones? Mas parece hoy día que es la excusa perfecta para ahondar en nuestros caprichos, disponer del tiempo de forma me atrevo a decir egocéntrica. Otros en cambio hablan de un tiempo de reposo para encontrarse a si mismos, retomar fuerzas y volver cambiados. Sin embargo, una persona no crece mas que cuando sale de si mismo y se acerca con puro corazón al hermano. Cuando “las vacaciones” las transformamos en un verdadero momento de encuentro compartiendo el tiempo con los demás.
¡Cuanta gente fue a ver a Madre Teresa a Calcuta, de vacaciones, y volvían totalmente transformada! No se habla nunca de “Las vacaciones de Nuestra Señora”, pero si de ratos de descanso en la intimidad de Nuestro Señor, cuando retiraba a sus discípulos a descansar un rato después del duro trabajo. Pero al día siguiente, ¡Manos a la obra! Aprovechemos este verano para santificar “nuestras fiestas”.

Manuel García.




QUEDO PARAPLEGICA ESQUIANDO

Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid

Una joven desde el cielo intercediendo por otra en la tierra. Esto es lo que ocurrió con la beata Chiara Badano y Astrid, una chica que se recuperó de manera insólita de quedarse parapléjica en el último día de la novena dedicada a esta joven beata.

Todo ocurrió cuando Astrid tenía 20 años. Esos días se fue a Suiza a esquiar. La montaña estaba llena de nieve y se atrevió a realizar algunos saltos. Todo iba muy bien. El tiempo era estupendo, brillaba el sol y su cuerpo respondía perfectamente a aquel esfuerzo que tanto le gustaba. Aquellos Alpes suizos eran su refugio frente a la rutina de París, el metro, el ritmo frenético de la capital de Francia… pero en el último salto que hizo esquiando el tiempo se paró para ella. Astrid se desequilibró y cayó violentamente contra el duro y frío suelo de la pista de esquí. Un estremecedor y desconocido dolor recorrió su cuerpo. Y de repente notó que no podía moverse.

Mujer esquiando en Suiza. 

Esta joven francesa fue trasladada en helicóptero a un hospital, aunque ella para sus adentros se decía que tan sólo sería un esguince. Pero no era un esguince. Trece minutos después  Astrid estaba en el hospital con una vértebra facturada y la medula espinal muy afectada. Unas horas después era operada de urgencia para evitar que la médula se partiera del todo.

Los médicos le dijeron que la gran prioridad es que pudiera mover los dedos de los pies cuanto antes. En su cabeza no aparecía el derrotismo. “Quiero bailar en mi boda y tener hijos”, repetía.

La noticia corrió como la pólvora y los amigos de Astrid empezaron rápidamente a rezar el Rosario, otros fueron al sagrario a pedir al Señor su ayuda… Lo importante era rezar urgentemente por ella. Sus amigos, pero también muchos desconocidos, iniciaron una novena a la beata Chiara “Luce” Badano para que intercediera por Astrid. Personas de Suiza, Bélgica, Francia, pero también de sitios lejanos de Asia y África se sumaron a dicha novena en lo que se convirtió en una enorme cadena de oración.

Al principio las noticias eran muy malas. Una pierna estaba muy débil, la otra ni siquiera respondía. El veredicto era claro: Astrid se había quedado parapléjica. Los médicos le dijeron que tras una larguísima y dura rehabilitación quizás pudiera recuperar algo de movilidad, pero que sería “largo y difícil”.

Un día después la joven tenía una prueba de esfuerzo que sería decisiva para su futuro. Se entrenó durante todo el día, pero no consiguió mover la pierna. Sin embargo, en el momento de la prueba y con un ejército rezando por ella en todo el mundo sus pies empezaron a moverse. Astrid no daba crédito. No sabía ni cómo ni por qué pero sus pies se movían.

El último día de la novena a Chiara Badano esta joven salía del hospital completamente curada, y sin ninguna explicación plausible de los médicos, tan sorprendidos como ella ante esta situación. En su expediente médico sigue registrada como “parapléjica”, pero en su día a día ella camina, sube las escaleras, se sienta y hasta corre… La oración hace milagros.

Quién es Chiara Badano

Chiara Badano

La beata Chiara «Luce» Badano era una adolescente italiana perteneciente al Movimiento de los Focolares que murió en 1990 cuando solo tenía 18 años de edad. Nació en Sassello, Liguria, el 29 de octubre de 1971. Su nacimiento llenó de alegría a sus padres, Ruggero Badano, camionero, y María Teresa Caviglia, obrera, quienes durante once años esperaron tener un hijo.

«Si bien en medio de una inmensa alegría, comprendimos enseguida que no era sólo nuestra hija sino que ante todo era hija de Dios», señaló su madre según la biografía publicada por los Focolares.

Chiara Badano enferma. Chiara Badano experimentó el dolor de la enfermedad desde muy jovencita. Desde muy pequeña, Chiara mostró un profundo amor por Dios, al tiempo que revelaba un carácter fuerte pero dócil, era alegre, bondadosa y muy activa. A los nueve años de edad ingresó al Movimiento de los Focolares.

A los 16 años discernió su vocación y decidió consagrarse a Dios. Mantuvo una relación muy cercana con la fundadora de los Focolares, Chiara Lubich, quien le puso el sobrenombre de «Luce». Poco tiempo después le diagnosticaron un tumor en el hombro. El diagnóstico fue «sarcoma ostiogénico con metástasis», uno de los tumores más graves y dolorosos.

Chiara se propuso superar la enfermedad y comenzó un intenso tratamiento de quimioterapia, mientras trataba de seguir con su vida habitual sin perder nunca la alegría ni la fe. Entregó todos sus ahorros a un amigo que partió en misión humanitaria a África. A pesar de los esfuerzos de los médicos, la enfermedad avanzaba rápidamente y perdió el uso de las piernas.

«Si tuviera que elegir entre caminar o ir al paraíso, elegiría esta última posibilidad», dijo a sus familiares, Ya no pedía curarse, sino encontrarse con Jesús. Su fuerza conmovía a sus seres queridos y los médicos que la atendían. En julio de 1989 sufrió una severa hemorragia y parecía que el desenlace llegaría en cualquier momento.

Dijo a sus padres: «No derraméis lágrimas por mí. Yo voy donde Jesús. En mi funeral no quiero gente que llore, sino que cante fuerte». En la cama, Chiara rezaba mucho pidiendo ser capaz de cumplir con la voluntad de Dios. «No le pido a Jesús que me venga a buscar para llevarme al paraíso; no quisiera darle la impresión que no quiero sufrir más», decía y decidió preparar con su madre la que llamaba «fiesta de bodas», es decir su funeral.

Dio a su madre instrucciones muy precisas sobre cómo debía ser su vestido, la música, las flores, los cantos y las lecturas. Le pidió a su madre que mientras preparase su cuerpo se repitiera a sí misma: «Ahora Chiara Luce ve a Jesús». El domingo 7 de octubre de 1990 Chiara falleció acompañada de sus padres. Tras la puerta de la habitación aguardaban sus amigos. Sus últimas palabras fueron para su mamá: «Chao. Sé feliz porque yo lo soy». Unas dos mil personas asistieron a su funeral.

El entonces Obispo de Acqui, Mons. Livio Maritano, inició el proceso de beatificación de Chiara en 1999 y en 2010 fue beatificada por el Papa Benedicto XVI.

Fuente:




AVE MARIA

Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid

Nada mas comenzar la Pascua, empieza mayo, mes dedicado a Nuestra Señora.
Cristo se manifiesta en toda Su Gloria y Grandeza tras Su Resurrección.
Para los que somos más débiles Nuestro Señor nos entrega en la Cruz a Su propia Madre para que nos acojamos a Ella y en Ella encontremos refugio y paz. Mayo es uno de los meses para reconocerle a Nuestra Señora sus maternales desvelos. Aprovechemos este mes para intimar aún mas con tan Humilde Intercesora. Aprovechemos también para ser misioneros de Su Inmaculado Corazón. ¿No es una tristeza que haya personas a nuestro lado, en nuestra familia, barrio, parroquia… Que no conozca tan portentosa mediadora? ¿No es una herida de gran dolor que nuestros vecinos no sean conscientes de tal Ayuda Celeste? Pongamos cada día de este mes a una persona de nuestro barrio bajo el manto de Nuestra Señora, aunque no se lo digamos a esa persona. Recemos por ella alguna oración, si es posible una decena del Rosario, mejor. Y con filial confianza dejemos obrar a Nuestra Madre. En su mes, y en plena Pascua, concederá infinidad de Gracias a quien con fe se lo pida. Mucho puede la oración del justo (St 5, 16). Las 31 florecillas que presentemos este mes sean 31 hermanos llevados a Los Corazones de Jesús y María.

Manuel García




RECUERDOS DE NIÑEZ, RECUERDOS DE MARIA

Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid

Cuando yo era pequeño y apenas levantaba dos palmos del suelo la llegada del mes de mayo era festejado por todo lo alto, era el mes de la Virgen, el mes de María. La vida se teñía de color, de luz, de alegría.
Nuestras madres nos compraban un ramo de flores que llevábamos con mucho cuidado al colegio. Nada más entrar en el aula, el profesor recogía con sumo cuidado nuestro ramo mientras nos daba una palmadita en la mejilla que nosotros agradecíamos sobremanera, mientras mirábamos orgullosos al resto de compañeros.
Comenzábamos el día rezando a la Virgen y pidiendo que nunca se alejara de nuestro lado, que velara por nosotros. María era el espejo, el camino que seguían nuestras madres. Nuestras madres como alter ego de la Virgen, y que como ella, sabíamos que siempre estarían a nuestro lado, que no nos fallarían nunca.
En mi cabeza siempre resonará ese cántico a la Virgen que cantábamos en la capilla de la escuela todos los días de mayo:
«Venid y vamos a todos
con flores a porfía
con flores a María
que madre nuestra es.»
¡¡¡A todas nuestras madres, a María!!!

Antonio Vaquerizo