SANTA GEMA

Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid

Santa Gemma Galgani
(1878/03/12 – 1903/04/11) Nació el 12 de marzo 1878, en Camigliano, Italia. Hija de Enrique Galgani, [farmacéutico] y Aurelia Landi, tuvieron ocho hijos, de ellos, Gemma fue la cuarta en nacer y la primera niña de la familia. El 13 de marzo es bautizada con los nombres de Gemma Hipólita Pía.
Con sólo un mes se traslada a Lucca, junto a su familia donde vivió el resto de su vida.
A los cuatro años de edad, cuando se encontraba de visita en casa de su abuela, se la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen. A raíz de la primera comunión se afianza la vocación «sentía desarrollarse en mí un ardiente anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz». En 1894 muere su hermano Gino, tenía dieciocho años y se preparaba para ser sacerdote. El 11 de noviembre de 1897, muere su padre de cáncer en la garganta. Ello supuso la quiebra económica de la familia. Los acreedores se precipitaron sobre la casa Galgani, «llegaron hasta meterme las manos en los bolsillos llevándose las cinco o seis monedas, apenas unos centavos, que yo guardaba conmigo». Padece de osteítis en las vértebras lumbares con sucesivo absceso frío en los inguinales. Se quedó paralítica de ambas piernas. El 28 de enero de 1899 le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza, fruto de una otitis media purulenta aguda con participación del mastoideo. Los médicos, viendo que los remedios no producían mejoría y que la enfermedad avanzaba, la desahuciaron.

El 8 de diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma, reacciona con disgusto… «le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu» «se me apareció (Gabriel) vestido de blanco. No lo reconocí….se quitó la túnica blanca y se apareció vestido de pasionista. Me dijo: «Ya ves qué agradable ha sido tu sacrificio. He venido yo mismo a verte. Procura ser buena y volveré.»

Al amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies y toda la familia al verla lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios. » de pronto sentí un profundísimo arrepentimiento de todos mis pecados y se me apareció Jesucristo con sus cinco heridas y de cada una de ellas salían como llamas de fuego que vinieron a tocar mis manos y mis pies y mi pecho, y aparecieron en mi cuerpo las cinco heridas de Jesús».

Desde 1899 tuvo permanentemente las cinco heridas de Jesús Crucificado que ella ocultaba cuidadosamente. Sus manos las cubría con unos sencillos guantes. Desde entonces, cada semana, desde el jueves a las ocho de la noche hasta el viernes a las tres de la tarde, aparecían por toda su piel las heridas de los latigazos y en la cabeza las heridas de la corona de espinas y sentía en el hombro el peso de una gran cruz que le producía dolor y heridas y la hacía encorvarse dolorosamente. La salud de Gemma en sus últimos años fue desastrosa. Un tumor canceroso en la columna vertebral era para ella un tormento de día y de noche. Vomitaba sangre y le llegaban terroríficas tentaciones de blasfemia. Fue perdiendo la vista hasta quedar ciega. Pero cuando cesaban los ataques del infierno, ella gozaba de una paz interior y sentía que Cristo y la Virgen María venían a hablarle y a consolarla. El Señor cumplía con Gemma lo que prometió en la S. Biblia: «Dios, a los hijos que más ama, los hace sufrir más, para que ganen mayor premio para la eternidad».

Gemma es patrona de los que sufren graves enfermedades y tentaciones, pero que quieren ofrecer todo por Dios y por la salvación de las almas. Fueron numerosas las personas que llegaron donde ella movidas únicamente por la curiosidad y volvieron a sus casas transformadas y convertidas.

Gemma Galgani falleció el 11 de abril de 1903 en Lucca, ciudad donde vivió casi toda su vida. Fue beatificada en el año 1933 y canonizada en 1940 como santa pasionista.

Oración compuesta por Santa Gemma

Aquí me tenéis postrada a vuestros Pies Santísimos,
mi querido Jesús, para manifestaros en cada instante
mi reconocimiento y gratitud por tantos y tan contínuos favores
como me habéis otorgado y que todavía queréis concederme.
Cuántas veces os he invocado, ¡oh Jesús!,
me habéis dejado siempre satisfecha;
he recurrido a menudo a vos,
y siempre me habéis consolado.

¿Cómo podré expresaros mis sentimientos amado Jesús?
Os doy gracias … pero otra gracia quiero de Vos.
¡Oh, Dios mío! , si es de vuestro agrado …
(Aquí se manifiesta la gracia que se desea conseguir).
Si no fuérais Todopoderoso no os haría esta súplica .
¡Oh Jesús!, tened piedad de mí.
Hagase en todo vuestra santísima Voluntad.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
(Con licencia eclesiástica)




MAYO MES DE MARIA

Parroquia Santa Beatriz - Leganes Madrid

El rol de la Virgen María
María se caracteriza por ser “humilde sierva del Señor” dice el Papa, de hecho, “este es el rol que ha ocupado durante toda su vida terrena y que conserva para siempre”. Después explica que, a un cierto punto, en los Evangelios, “ella parece casi desaparecer; pero vuelve en los momentos cruciales, como en Caná, cuando el Hijo, gracias a su intervención atenta, realizó la primera “señal” y después en el Gólgota, a los pies de la cruz”. Jesús extendió la maternidad de María a toda la Iglesia cuando se la encomendó al discípulo amado, poco antes de morir en la cruz: “Desde ese momento – asegura Francisco – todos nosotros estamos colocados bajo su manto, como se ve en ciertos frescos y cuadros medievales”.

La súplica a María
Cuando rezamos a María, usamos algunas expresiones presenten en los Evangelios, dice el Pontífice: “llena de gracia” y “bendita entre las mujeres” y en la oración del Ave María pronto llegaría el título “Theotokos” (Madre de Dios), “ratificado por el Concilio de Éfeso”. Además, análogamente y como sucede en el Padre Nuestro, “después de la alabanza añadimos la súplica: pedimos a la Madre que ruegue por nosotros pecadores, para que interceda con su ternura, “ahora y en la hora de nuestra muerte”” recuerda el Papa, y ahora, en las situaciones concretas de la vida, y en el momento final, “para que nos acompañe en el paso a la vida eterna como Madre, como primera discípula”.

La presencia de María en nuestra vida
“María está siempre presente en la cabecera de sus hijos que dejan este mundo” continúa Francisco: también ha estado presente en los días de pandemia, cerca de las personas que lamentablemente han concluido su camino terreno en una condición de aislamiento, sin el consuelo de la cercanía de sus seres queridos: “María está siempre allí, a nuestro lado, con su ternura materna”.

María: Mujer del “sí”
Por ultimo, el Papa recuerda que las oraciones dirigidas a ella no son vanas y Ella las escucha como Madre: “Mujer del “sí”, que ha acogido con prontitud la invitación del Ángel, responde también a nuestras súplicas, escucha nuestras voces, también las que permanecen cerradas en el corazón, que no tienen la fuerza de salir pero que Dios conoce mejor que nosotros mismos”.  Además, como y más que toda buena madre, “María nos defiende en los peligros, se preocupa por nosotros, también cuando nosotros estamos atrapados por nuestras cosas y perdemos el sentido del camino, y ponemos en peligro no solo nuestra salud sino nuestra salvación” subraya, pues, “María está allí, rezando por nosotros, rezando por quien no reza. ¿Por qué? Porque ella es nuestra Madre”.

Papa Francisco.