AVE MARÍA

Vivía en Roma, en 1351, un hombre notable que se había hecho esclavo del diablo a través de un pacto. Durante 60 años, sirvió a Satanás en todo tipo de desórdenes y pecados muy graves. Luego llegó el momento de su muerte. Jesús, por medio de santa Brígida, envió a un confesor para que lo persuadiera de confesarse. Fue a visitar al enfermo, y no fue sino hasta la tercera visita del confesor que el paciente finalmente abrió su corazón. Luego, recuperando gradualmente la confianza, el pecador respondió al confesor: «Padre, me creía maldito, pero ahora siento una profunda vergüenza por mis pecados, y como la esperanza de ser perdonado me es permitida, sí, ¡quiero confesarme!”. De hecho, el paciente se confesó en el acto, comulgó al día siguiente y murió seis días más tarde en gran contrición. Después de su muerte, Jesús habló nuevamente a santa Brígida y le dijo que este pecador se había salvado, que estaba en el purgatorio y que debía su salvación a la intercesión de la Virgen Madre de Dios. 
San Alfonso María de Ligorio: En Las Glorias de María.

Manuel García 




LA ESTRELLA NOS GUÍA A JESÚS

Cuenta San Mateo en su evangelio, que unos magos procedentes de Oriente se pusieron camino de Jerusalén siguiendo una estrella, que interpretaron como la venida a la tierra del rey de los Judíos.

– ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?  Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle. (Mateo2, 1-12).
Lo que no dice Mateo en su evangelio es cuantos eran los magos que vinieron  a adorar al Niño. Hasta el siglo XI se solía representar con un solo mago. Sin embargo, a partir del siglo XII se decidió que fueran tres los magos que fueron a adorar a Jesús. El motivo es que tres, eran los continentes que se conocían: Europa, África y Asía. El número de la Santísima Trinidad, es el tres; y las etapas de la vida del hombre son tres: juventud, madurez y ancianidad. De esta forma, aparecieron Melchor, Gaspar y Baltasar: los Reyes Magos.

La estrella que guió a los Reyes Magos de Oriente hacia el niño Jesús, nos guíe a nosotros, en el nuevo año, hacia el Señor.


Antonio Vaquerizo




SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Del 18 al 25 ENERO 2020
«Nos trataron con una solicitud poco común» (Hechos 28, 2)

Los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2020 han sido preparados por las Iglesias cristianas de Malta y de Gozo (Cristianos Unidos en Malta). El 10 de febrero muchos cristianos en Malta celebran la Fiesta del Naufragio de San Pablo, señalando y dando gracias por la llegada de la fe cristiana a estas islas. La lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles que se utiliza en esta fiesta es la que se ha elegido para la Semana de Oración de este año.
(Hechos 27, 18 ̶28, 10).

La narración comienza con Pablo siendo llevado a Roma como prisionero (Hechos 27, 1ss). Pablo está encadenado. Los pasajeros en la nave están a la merced de las fuerzas de los mares debajo de ellos y de la potente tempestad que arrecia encima de ellos. Estas fuerzas los llevan a un terreno desconocido en el que están perdidos y sin esperanza. Mientras la historia se va desenvolviendo, vemos como aumenta la división entre los distintos grupos por la desconfianza y la sospecha. Sin embargo, de modo sorprendente, Pablo destaca como elemento de paz en el alboroto. 




La paz como camino de esperanza:

diálogo, reconciliación y conversión ecológica.


El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera.
En primer lugar, se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. En esto, podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable.
El miedo es a menudo una fuente de conflicto. Por lo tanto, es importante ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo (cf. Lc 15,11-24). La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial. Para los discípulos de Cristo, este camino está sostenido también por el sacramento de la Reconciliación, que el Señor nos dejó para la remisión de los pecados de los bautizados. Este sacramento de la Iglesia, (…) y nos pide que depongamos cualquier violencia en nuestros pensamientos, palabras y acciones, tanto hacia nuestro prójimo como hacia la creación.

Papa Francisco, Mensaje LIII Jornada Mundial de la Paz; que se celebra el 1 de enero de 2020.