JESÚS ES NUESTRA ALEGRÍA
El Papa Francisco reflexionaba hace pocos días sobre cómo se dicen y se interpretan las palabras:
Antonio Vaquerizo
El Papa Francisco reflexionaba hace pocos días sobre cómo se dicen y se interpretan las palabras:
Antonio Vaquerizo
Kahlil Gibran, El profeta
Y un poeta dijo: Háblanos de la Belleza.
Y él respondió:
¿Dónde buscaréis la belleza y cómo haréis para encontrarla a menos que ella misma sea vuestro camino y vuestro guía? ¿Y cómo hablaréis de ella, a menos que ella misma teja vuestro hablar? (…)
Todas estas cosas habéis dicho de la belleza.
Pero, en verdad, hablasteis, no de ella, sino de vuestras necesidades insatisfechas.
Y la belleza no es una necesidad, sino un éxtasis.
No es una sedienta boca, ni una vacía mano extendida.
Sino, más bien, un corazón ardiente y un alma encantada:
No es la imagen que veis ni la canción que oís.
Sino, más bien, una imagen que véis cerrando los ojos y una canción que oís tapándoos los oídos.
No es la savia que corre debajo de la rugosa corteza, ni el ala prendida a una garra.
Sino, más bien, un jardín eternamente en flor y una bandada de ángeles en vuelo eternamente.
Pueblo de Orfalese, la belleza es la vida, cuando la vida descubre su sagrado rostro.
Pero vosotros sois la vida y vosotros sois el velo.
La belleza es la eternidad que se contempla a sí misma en un espejo. Pero vosotros sois la eternidad y vosotros sois el espejo.
Kahlil Gibran, El profeta
Él dijo: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas» (Mt 11,29). Si vivimos tensos, engreídos ante los demás, terminamos cansados y agotados. Pero cuando miramos sus límites y defectos con ternura y mansedumbre, sin sentirnos más que ellos, podemos darles una mano y evitamos desgastar energías en lamentos inútiles. Para santa Teresa de Lisieux «la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no escandalizarse de sus debilidades».
(…) en la Biblia suele usarse la misma palabra anawin para referirse a los pobres y a los mansos. Alguien podría objetar: «Si yo soy tan manso, pensarán que soy un necio, que soy tonto o débil». Tal vez sea así, pero dejemos que los demás piensen esto. Es mejor ser siempre mansos, y se cumplirán nuestros mayores anhelos: los mansos «poseerán la tierra», es decir, verán cumplidas en sus vidas las promesas de Dios. Porque los mansos, más allá de lo que digan las circunstancias, esperan en el Señor, y los que esperan en el Señor poseerán la tierra y gozarán de inmensa paz (cf. Sal 37,). Al mismo tiempo, el Señor confía en ellos: «En ese pondré mis ojos, en el humilde y el abatido, que se estremece ante mis palabras» (Is 66,2).
Papa Francisco, Gaudete et exsultate, nº 72 y 74
El único edificio que quedó intacto entre la destrucción fue el que tenía el escapulario colgado a su puerta. Los cientos de personas que vinieron a ver el lugar que Nuestra Señora había salvado, fueron testigos presenciales del poder del escapulario y de la intercesión de la Santísima Virgen María.
Manuel García