EXAMEN DE CONCIENCIA


Junio es el mes de los exámenes. Nuestros jóvenes, nuestros hijos hacen un esfuerzo extra. Unos se juegan tener un verano tranquilo aprobando el curso;  otros los que se examinan de la EVAU, la antigua Selectividad,  tendrán que aprobar y decidir lo que quieren ser en el futuro. Y los que terminan la Universidad apurar  sus últimos momentos como estudiantes para buscar un sitio en el complicado mundo del trabajo. A los cristianos también nos toca hacer un examen, un examen de conciencia. Toca pararse un instante y reflexionar sobre lo que hemos hecho a lo largo de este año. Meditar sobre lo que ha sido nuestra vida en los primeros seis meses. Habremos aprobado o habremos suspendido como cristianos. Nuestros hijos tienen varios profesores que les puntúan, nosotros sólo uno. Y el Señor que es justo, nos otorga cada día el poder recuperar la asignatura en la que hemos estado más flojos.
¡¡¡Jesús, es nuestro Maestro!!!

     Antonio Vaquerizo




EL DOLOR

Una mujer habla, diciendo, ¿qué es el dolor? Y él dice:
Los sufrimientos son las rasgaduras por las cuales los gérmenes de tu comprensión atraviesan sus envolturas
Así como es inevitable que la semilla del fruto se rompa para que el corazón pueda madurarse al sol, así debes conocer el dolor.
Procura mantener tu corazón maravillado con los milagros diarios de la vida así tus dolores no te parecerán menos prodigiosos.
Sabrás someterte, sin dificultad, a las estaciones del corazón, así como, ordenar tu vida de acuerdo con las estaciones sobre los campos.
Esperarás alerta y serenamente los inviernos de tu tristeza.
Tus sufrimientos son en gran parte infligidos por ti mismo.
Ellos son esa pócima amarga por la cual el médico que está en ti, cuida, lo enfermo en ti.
Por lo tanto confía en este médico, y bebe su remedio con toda tranquilidad y sin lamento: aunque te parezca difícil y absurda, su mano está guiada por la tierna mano del invisible.
Y si la copa que él te brinda, quema tus labios, no olvides que ha sido moldeada con las propias sagradas lágrimas del Alfarero.

Kahlil Gibran, El profeta




Todos los que buscan la belleza comparten misión con la iglesia


A través del arte, creyentes y escépticos encuentran un punto de encuentro en el que la belleza los llama al silencio y la contemplación. Foto: Dominicos
José Saborit es  pintor y catedrático de pintura de la Universidad Politécnica de Valencia. A diferencia de otras representaciones con moralejas más evidentes, la obra de Saborit «no es un servicio de mensajería». Como él mismo comenta, «antes que transmitir significados, busca contagiar atmósferas de serenidad, de afirmación de la vida, de lentitud y de pequeñez». Así, el contenido religioso que se puede deducir de ella no radica en la inclusión de símbolos como la cruz sino de los estados de ánimo que genera porque «la contemplación de la belleza y el silencio son lo más parecido a una oración».
«Mi pintura habla del misterio, que se vislumbra, se siente o se adivina, pero no se entiende», explica. Así, la falta de discurso de sus paisajes, que pinta «guiado por la emoción y la intuición», provoca que las personas que los miran vean lo que llevan dentro de sí.

Tomado en:  



Las ideologías que mutilan el corazón del Evangelio

Lamento que a veces las ideologías nos lleven a dos errores nocivos. Por una parte, el de los cristianos que separan estas exigencias del Evangelio de su relación personal con el Señor, de la unión interior con él, de la gracia. Así se convierte al cristianismo en una especie de ONG, quitándole esa mística luminosa que tan bien vivieron y manifestaron san Francisco de Asís, san Vicente de Paúl, santa Teresa de Calcuta y otros muchos. A estos grandes santos ni la oración, ni el amor de Dios, ni la lectura del Evangelio les disminuyeron la pasión o la eficacia de su entrega al prójimo, sino todo lo contrario.
También es nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista. O lo relativizan como si hubiera otras cosas más importantes o como si solo interesara una determinada ética o una razón que ellos defienden. La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono,(…).

Papa Francisco, Gaudete et exsultate, nº 100 y 101