FIEL A LA IGLESIA Y AL PAPA
¡Oh hijitos míos!, que sois el alma mía.
Os exhorto a tener siempre
grandísima confianza en la Divina Providencia,
y amaros, hijitos míos, y amaros muchísimo,
y a amar a las almas, ¡a las almas!,
buscando especialmente a los humildes
y a los pequeños abandonados.
Este es el deseo ardiente de mi alma;
pero, incluso antes,
mi más dulce y más grande amor
es el Papa, es decir Cristo:
el Papa, para mí y para vosotros,
es Jesucristo mismo;
«el dulce Cristo en tierra», decía Catalina de Siena.
Amar al Papa es amar a Jesucristo.
Por esto debemos tener
como singularísima gracia del Cielo
gastar, consumir y dar la vida
humildemente y fidelísimamente,
a los pies de la Iglesia y por la Iglesia,
por los Obispos y por el Papa.
DON ORIONE