¡El bien no hace ruido!
¡Cuando una flor brota, en el momento que el sol sale…
cuando el mar se calma al bajar el sol,
cuando sopla el viento,
en la hora en la que una mano sustenta la otra…
nada de todo esto hace algarabía para hacerse notar de su existencia!
¡Es, porque el bien, para ser perfecto, tiene sólo que suceder!