FLORECE LA ESPERANZA – JMJ 2011

08/09/2011

En estos días hemos visto a jóvenes asesinados por otro joven enloquecido en una isla junto a Oslo, en Noruega. Otros se han acampado en medio de las plazas de ciudades para reivindicar su particular decálogo, que oscila entre la justa y fresca aspiración a que las cosas sean distintas, y la revolución en nombre de la nada y del hastío. Otros se mueven de acá para allá buscadores inquietos pero tal vez sin norte y sin maestros, y como decía el Quijote deambulan sin saber de dónde vienen y sin saber a dónde van. Pero también hay otros que no van segando la vida de nadie, ni están en las movidas ácratas que terminan por llenarte de vacío, ni tampoco se agitan por entusiasmos de corto recorrido con dichas que duran lo que tarda un suspiro bebido, movido o fumado.
Sí, hay otros jóvenes, no pocos, están en los últimos momentos de preparación para el encuentro con el Papa Benedicto XVI en la JMJ, la Jornada Mundial de la Juventud. ¡Qué contraste de vaivenes, de posturas, de ideales! Siempre impresiona el hecho de que un grupo de más de un millón y medio de jóvenes, vengan a escuchar a un anciano octogenario que no les va a cantar ningún rap, ni a demostrar su resistencia física en un deporte de moda, ni a engatusar con una ocurrencia de revolución de medio pelo, sino que les va a hablar del Evangelio, de Jesucristo vivo, de la Iglesia de Dios.
Hay algo en el corazón del joven que se resiste y hasta se rebela. Benedicto XVI recuerda en su mensaje para la JMJ de este año en Madrid dentro de unos días ya, que el «tiempo la juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande. Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que era grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza».
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo

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