Hakuna es, sin duda, uno de los fenómenos recientes de Nueva Evangelización más interesantes en la Iglesia Católica. Mientras llena plazas de toros con su música … mucha gente todavía desconoce en qué consiste esta Asociación Privada de fieles, aprobada el 27 de octubre del 2017 por Carlos Osoro, cardenal arzobispo de Madrid.
Para poder acercar al gran público a este movimiento, «que se ha hecho viral en redes sociales y que ha revolucionado la forma de vivir la fe en los jóvenes», la editorial MR acaba de publicar el libro Hakuna, ¡Viva la vida!
Una obra que recoge la experiencia de alguien que conoce por primera vez este grupo (el escritor José María Sánchez Galera) y la de quien ha estado desde sus orígenes (José Pedro Manglano, su fundador). Una doble visión que permite comprender mejor la esencia de esta realidad que está cautivando a miles de personas en todo el mundo.
Hacer propio lo que uno busca
El libro comienza contando la historia del músico español Antonio Vega, cuando ya estaba en sus últimas horas de vida. Tras un mes ingresado, casi medio delirando, empezó a rezar un Padrenuestro. Reclamado por un amigo del cantante, un sacerdote entra en su habitación del hospital de Majadahonda (Madrid) y absuelve sus pecados. Es el 12 de mayo de 2009, y, al fallecer Antonio, el cura descubre por televisión quién era aquel hombre.
Es un momento «donde el moribundo no tiene casi juicio, solo hay perdón, solo hay misericordia«. ¿Una historia que ejemplifica a la perfección lo que busca Hakuna? ¿Un espacio abierto al encuentro con Dios de forma libre, con «la alegría del Resucitado», sin prejuicios… para personas buenas y no tan buenas…?
Y, siguiendo con la historia de Antonio Vega, el texto revela algo más: «Quizá, para comprender a alguien que hace de su vida música, y de la música su vida, haya que cantar sus canciones». Es decir, hacer propio lo que uno busca: «Aprender a arrodillarse ante Cristo Hostia, para aprender a vivir arrodillados ante el prójimo, ante la vida y ante el mundo».
Hakuna es música
«Es vida de efervescencia musical y religiosa. Música popular, personal, no aprendida, sino surgida de sus vagidos espirituales, como el niño que gatea para andar, y emociona a sus padres. Se oyen guitarras, retumban las baquetas y platillos de la batería, hay simpatía y dulzura cándida«, se afirma en el libro.
Nacido en Madrid en el año 2013, Hakuna es un movimiento católico que, diez años más tarde, está presente en más de 20 países. El Papa Francisco, que lo describe como «una familia eucarística», ha recibido a sus miembros en varias ocasiones. «Las Horas Santas son el centro de todo, de ahí nace la Vida, y esa Vida es la que quieren llevar al mundo a través de la música, los libros, la formación, los conciertos, las fiestas… ¡y mucho más!».
Hakuna es una asociación de fieles, de acuerdo
Esa es la respuesta más fácil, pues para ser alguien en una institución necesitas una figura jurídica en la que encuadrar tu realidad. Así ya existes para esa institución. Pero Hakuna no es eso: ese es su traje. Y, ¿qué viste ese traje?», se pregunta Manglano.
Y, responde: «Hakuna es un camino espiritual hacia la Transfiguración: la liberación de la carne de todo aquello que es muerte, la encarnación progresiva de la Vida de Dios en nuestra realidad (…). Esto te permite valorar todo, disfrutar con la diferencia, ser forofo de lo otro, de lo distinto a uno mismo».
El libro se adentra en la intrahistoria de los conciertos de Hakuna. «Aunque no lo dicen así, es como si la alegría de compartir algo los enlazase más. La alegría y el alivio de que no están solos en su fe en Cristo (…). Una música que habla de Dios, de perdón, de confianza«, comenta el escritor Sánchez Galera en las páginas de Hakuna, ¡Viva la vida!
¡Viva la vida!
A través de una crónica detallada de los multitudinarios eventos musicales que ha protagonizado Hakuna, los autores introducen la historia de uno de sus miembros más queridos: Marta. Una joven que falleció por un cáncer, que llegó a vivir en El Estudio ( la sede central de Hakuna en Madrid) y que ha servido de inspiración para muchos de los que forman parte de esta realidad eclesial.
Otro de los momentos más interesantes del libro es cuando se habla de la forma que tiene Hakuna de dar nombre a las cosas: compartiriados, revolcaderos, pringados, God stops… «Con los nombres no buscamos la provocación, pero no nos importa provocar. En realidad no es afán de originalidad el hecho de, por así decirlo, renombrar (…). Se trata de que, el que asista, disponga de la libertad de poder aceptar algo que es nuevo, de plantearse y valorar desde cero, no a partir de experiencias previas».
La obra también habla de la vida que se lleva en El Estudio (entre Majadahonda y Las Rozas), de quiénes pasan por allí, de quién es el centro de todo… y de un espíritu de servicio muy interesante. «No se trata de que si te portas mal tengas que fregar (…). En Hakuna friega el que quiere, hace la comida el que quiere. Con cierta organización. Esto, a fin de cuentas, no es más que descubrir el privilegio del servicio«, comenta Manglano.
Otro de los capítulos más importantes de la obra es cuando se habla de la música: de cómo se compone, de quién está detrás y en qué se inspiran. «Las canciones son un pilar de la evangelización, no son un adorno (…). Es imposible que algo que está llamado a fundamentar mi vida entera y a transformar toda mi persona no encuentre un cauce de expresión a través de la música», relata José Pedro Manglano.
Y, llega el momento de «El poder de la Hostia»: uno de los rasgos clave de Hakuna. «La adoración es la primera posición del hombre espiritualmente sano. Adorar es la respuesta primera, espontánea, del hombre que ha reconocido la existencia y presencia de un Dios. Si adoramos, nos ponemos fácilmente en nuestro lugar. Quien adora, sabe estar en la vida», comenta el fundador en el libro.
«Manglano insiste en que la vida es fiesta por doble motivo: porque ha salido de las manos de Dios, y porque hemos sido rescatados (…). De modo que lo propio del cristiano es agradecer esos dones de Dios… festejándolos. La mejor manera de dar gracias es ser feliz y estar de fiesta. De fiesta continua, en cada detalle cotidiano. En contraste con un mundo poscristiano, donde el mero hecho de existir constituye una culpa abrumadora», se escribe.
La obra llega a su fin con una serie de impresiones de jóvenes que han pasado por Hakuna. «Es un sitio de donde te llevas amigos para toda la vida, donde vas a sentir un montón de esperanza. ¿Qué es lo que más me gusta? Sobre todo, que tú entras y ves a jóvenes contagiados por la alegría, ves a jóvenes que te dan esperanza», dice Sofía.
«Podríamos poner estas palabras en el carisma de Hakuna: vivir con belleza la alegría de ser cristiano, y contagiarla al mundo. Vivir nuestra realidad con cara de resucitados (…). Todo lo vivimos en la Casa del Padre, dentro del abrazo de Dios, donde Cristo ya ha resucitado. Pues el Cielo ya empieza aquí», concluye su fundador, José Pedro Manglano.
Fuente: religionenlibertad