LANZADOS AL INFINITO

03/23/2014

Los santos son grandes
porque habiendo visto en el Señor, su propia grandeza,
se juega por Dios, como hijos suyos, todas sus cosas.
Dan sin pedir nada a cambio.
Dan la vida, el alma, la alegría,
todo vínculo terreno, toda riqueza.
Libres y solos, lanzados al infinito
esperan que el Amor los introduzca
en los Reinos eternos; pero, ya en esta vida,
sienten llenarse el corazón de amor,
del verdadero amor, del único amor
que sacia, que consuela,
de ese amor que rompe los párpados del alma
y da lágrimas nuevas.
¡Ah! Ningún hombre sabe lo que es un santo.
Ha dado y ahora recibe;
y un flujo continuo
pasa entre Cielo y tierra,
une la tierra al Cielo
y fluye del abismo
ebriedad única, linfa celestial,
que no se detiene en el santo,
sino que pasa sobre los cansados, los mortales,
los ciegos y paralíticos del alma,
y traspasa y rocía,
alivia, atrae y salva.
Si quieres conocer el amor, pregúntaselo al santo.
Chiara Lubich

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