Su Misa, nuestra Misa
Si tú sufres y tu sufrir es tal
que te impide toda actividad,
acuérdate de la Misa.
En la Misa,
hoy como entonces,
Jesús no trabaja, no predica:
Jesús se sacrifica por amor.
En la vida se pueden hacer muchas cosas,
decir muchas palabras;
pero la voz del dolor, quizá sorda y desconocida para los demás,
del dolor ofrecido por amor,
es la palabra más fuerte:
la que hiere al Cielo.
Si sufres,
sumerge tu dolor en el suyo:
di tu Misa.
Y si el mundo no comprende estas cosas,
no te turbes;
basta con que te comprendan
Jesús, María, los santos.
Vive con ellos y deja que corra tu sangre
en beneficio de la humanidad:
¡como El!
¡La Misa!
¡Demasiado grande para ser comprendida!
Su Misa, nuestra Misa.
Chiara Lubich,
La doctrina espiritual, p. 185