Las noticias que llegan a través de los medios de comunicación no son alentadoras. Las catástrofes en forma de guerras o de terremotos asolan nuestra tierra, motivos suficientes para estar en un clima de zozobra y pesar.
Sin embargo, he visto como el hombre es un ser bueno por naturaleza que ayuda a sus semejantes. El terremoto que ha asolado a Turquía y Siria ha sacado lo mejor de las personas. Centenares de voluntarios han acudido para sacar de los escombros a cientos de personas.
Gestos de amor, esfuerzo y solidaridad con los más desfavorecidos que han llevado la esperanza a esas personas que lo habían perdido todo: padres, hijos y casa.
Pero esas personas también necesitaban el consuelo de una mano o de un abrazo amigo. En ese momento pensé en Jesús, los cristianos buscamos el consuelo a través de su amor, de sus obras y de su palabra.
Espero que en estos momentos tan difíciles para aquellas personas que han perdido todo por las guerras, las desgracias naturales o las injusticias encuentren consolación y guía en Jesús.
Jesús, es la luz de nuestra vida.
Antonio Vaquerizo