Según una creencia muy extendida entre santos de todos lo tiempos a quién primero se apareció Jesús tras Su Resurrección fue a Su Madre, Nuestra Señora. No es un dogma de fe ni nada necesario para nuestra fe en Cristo, pero siempre se ha pensado que Aquel que en Su Vida “lo hizo todo bien”, no fuera a ver a Su Madre primero antes de manifestarse a sus discípulos. Jesús, que cuidaba hasta el extremo los detalles, mandado a los que limpiaba de lepra a presentarse al Sumo Sacerdote, no iba Él a presentarse ante quien había designado como Reina de Sus apóstoles. Se unía la delicadeza de Hijo y el reconocimiento de Madre del Cabeza del Cuerpo Místico.
Nuestra Señora, tras ser vapuleada como nadie (salvo Cristo), en la Pasión de Su Hijo, exultaría como ningún mortal con Su Divina Resurrección.
¿A Quién mejor podemos unirnos para vivir los días de Pascua?
Ella no tuvo duda de la Resurrección porque encarnó La Pasión con la espada traspasando Su Bendita Alma.
Su alegría fue “infinita”. Hasta el infinito se queda corto para describir Su alegría. Alegría que perdura para toda la Eternidad. Alegría que ni la espada, ni el hambre, ni la aflicción, ni la desnudez… le quitarán jamás.
Cristo nos regala Su Resurrección y a los ocho días Su Divina Misericordia. María es madre de Misericordia, es Madre de la Pascua, es Madre de La Santa Iglesia.
Pidamos a Nuestra Señora que comparta en nosotros sus más profundos tesoros de Pascua porque en ellos encontraremos la mas preciosa perla o el campo con el tesoro más increíble que podamos imaginar.
¡¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!!. ¡¡¡¡¡En Verdad Cristo ha resucitado y se ha aparecido a Pedro!!!!!
Manuel Garcia