Nada mas comenzar la Pascua, empieza mayo, mes dedicado a Nuestra Señora.
Cristo se manifiesta en toda Su Gloria y Grandeza tras Su Resurrección.
Para los que somos más débiles Nuestro Señor nos entrega en la Cruz a Su propia Madre para que nos acojamos a Ella y en Ella encontremos refugio y paz. Mayo es uno de los meses para reconocerle a Nuestra Señora sus maternales desvelos. Aprovechemos este mes para intimar aún mas con tan Humilde Intercesora. Aprovechemos también para ser misioneros de Su Inmaculado Corazón. ¿No es una tristeza que haya personas a nuestro lado, en nuestra familia, barrio, parroquia… Que no conozca tan portentosa mediadora? ¿No es una herida de gran dolor que nuestros vecinos no sean conscientes de tal Ayuda Celeste? Pongamos cada día de este mes a una persona de nuestro barrio bajo el manto de Nuestra Señora, aunque no se lo digamos a esa persona. Recemos por ella alguna oración, si es posible una decena del Rosario, mejor. Y con filial confianza dejemos obrar a Nuestra Madre. En su mes, y en plena Pascua, concederá infinidad de Gracias a quien con fe se lo pida. Mucho puede la oración del justo (St 5, 16). Las 31 florecillas que presentemos este mes sean 31 hermanos llevados a Los Corazones de Jesús y María.
Manuel García