AVE MARÍA
FELICES MALOS RATOS
En todos los principios de años se llenan los mensajes de buenos deseos, venturas y felicidad.
Y está muy bien. Hay que pedir de corazón para los demás todo aquello que le haga la vida
mas agradable y si lo hacemos con el corazón grande estamos alegrándonos de la felicidad del
otro que es un buen antídoto contra el egoísmo y el orgullo.
Este año además seria bueno poner en valor lo que suponen los malos ratos vividos desde la
fe, la generosidad, el ofrecimiento y la apertura hacia el otro.
¿Cuándo ha crecido nuestro cariño mas hacia una madre? ¿Cuándo nos hace regalos o se
sienta en nuestra cabecera si estamos enfermos? Si nos hace regalos los agradecemos y
quizás reímos. Cuando está a nuestro lado en el sufrimiento sentimos latir su corazón y
despierta en nosotros ese algo que nos permite dar lo mejor de nosotros mismos a los demás
siguiendo el ejemplo que nuestra madre nos día. No habría regalos, el regalo es ella misma. Y
eso nos hace crecer lo más valioso que nos ha dado Dios, un corazón mejor dispuesto para el
futuro.
En Navidad Cristo nace y crece en estatura, sabiduría y Gracia ante Dios. Y aprendió sufriendo
a obedecer. En el sufrimiento que pasó Cristo, también en Su Infancia, estuvo obrando ya la
Redención de la Humanidad.
Aprendamos este año a unirnos a Cristo en los malos ratos, a ofrecerlos para desagraviar de
las ofensas graves de la Humanidad a Su Divinidad y a Nuestra Señora. Si tenemos esa
mirada y pedimos el amparo de la Virgen, veremos cambiar el propio mal a nuestro alrededor.
Quizás no se transforme en bien, pero sacaremos del mal toda la bondad de que es capaz
nuestro corazón y eso Dios Lo ve, Lo valora y Lo agradece con gratitud eterna.
Para esta sociedad donde se huye del dolor, se nota que cada vez se deshumaniza más. Solo
seremos lo mejor de nosotros mismos si acompañamos el dolor de los demás y aceptamos el
nuestro con mirada de amor. Y el dolor siempre llega.
Que este 2024 que arranca nos de ojos de misericordia para con nosotros mismo y con los
demás y seamos “madres” a los pies de los dolientes. FELICES MALOS RATOS.
Manuel L. García Sancet