En el último barómetro del CIS aparece el fenómeno de la inmigración como uno de los temas que más preocupan a los españoles. La xenofobia, por desgracia, se ha introducido en nuestra sociedad. Muchos no se acuerdan o no quieren acordarse de que España a lo largo de su historia lejana y reciente ha sido un país de migrantes. Nuestros compatriotas buscaban una vida mejor para ellos y sus familias. Todos recuerdan lo duro que era dejar a sus seres queridos y emprender un viaje hacia lo desconocido.
Nadie deja su hogar por voluntad propia sino acuciados por motivos económicos, sociales, políticos e incluso religiosos. La empatía debe ser una cualidad esencial en nuestra relación con el prójimo. El deber de los cristianos de auxiliar, amparar y atender a los más desfavorecidos, en demasiadas ocasiones queda en “agua de borrajas”. No nos acordamos de que Jesús acogió y se relacionó con gentes de todas las razas sin dar la espalda a ninguno. Él fue el que instó a los apóstoles a que llevarán la palabra de Dios a todos los confines del mundo, donde ellos eran los extranjeros.
Jesús está en nuestros hermanos vengan de donde vengan.
Antonio Vaquerizo