AVE MARÍA
NUESTRA SEÑORA, MADRE DE PIEDAD, AMOR Y MISERICORDIA
El último don del Espíritu Santo, pero sin duda no el de menos importancia, es el santo TEMOR
DE DIOS. Toda la Escritura y la Tradición Apostólica es un canto imparable al amor infinito, a la
misericordia, al perdón, a luchar por los débiles, enfermos, pobres, pecadores… ¿Por qué el
TEMOR DE DIOS?
TEMOR aquí significa ADMIRACIÓN a la inmensa GRANDEZA de Dios. Sus obras son tan
dignas de elogio que superan nuestro vocabulario. Los hombres podemos acercarnos en
verdad a cierto conocimiento de Dios y poder decir que nuestro razonamiento es cierto. Pero
siempre estaremos lejos de entrar en la profundidad del misterio Trinitario.
Entonces, ¿Dios es inalcanzable? No. La obra más admirable que realizó en la historia humana
es Su encarnación, vida, pasión, muerte, resurrección y ascensión a los cielos. Y todo solo por
un amor infinito. Por eso solo podemos corresponder a Dios desde la fe devolviendo amor por
amor, a Él y a los hermanos. Al dejarnos la caridad del encuentro con los hombres en la historia
nos marca la forma, pues Él es el Camino, la Verdad y la Vida del hombre.
En estos días nos preparamos para ADMIRAR los misterios de Su Pasión. Y después la
Pascua. Vivamos desde Nuestra Señora el “Via Crucis” y el “Via Lucis” con su mismo
Inmaculado Corazón, que dio carne al Sagrado Corazón de Jesús, que desde lo alto de la
Cruz se desborda solo por amor.
Manuel García