Uno de los símbolos del cristianismo, una joya de la arquitectura y la catedral más importante dedicada a la Virgen María, Notre Dame de París, ardió el pasado 15 de abril. El corazón de los cristianos y de todo el mundo se conmocionó. Mi cabeza no quería dar crédito a lo que las imágenes, por desgracia, mostraban. Una parte muy importante de la historia de Europa estaba siendo pasto de las llamas; un macabro cuadro revestido de una cruel realidad. Durante horas, la humanidad miró perpleja y con un profundo dolor las imágenes dantescas que presagiaban la desaparición de la catedral. La aguja donde se guardaban varias reliquias cayó fulminada por la violencia de las llamas, todo parecía perdido. Sin embargo, estoy seguro, que la Virgen intercedió para que su ¡¡catedral querida!! permaneciera en pie. Estamos en mayo, en el mes de María, y nos acordamos de NOTRE DAME, de Nuestra Señora y la llevamos en el corazón. ¡¡¡Dios te salve María….!!!
Antonio Vaquerizo