AVE MARÍA
NUESTRA SEÑORA, ESCLAVA TAMBIÉN EN PASCUA
En el tiempo que trascurre desde la resurrección hasta la Ascensión y el siguiente Pentecostés, Nuestro Señor no deja de instruir a sus apóstoles, pero ya desde una óptica resucitada. Les examina del amor hacia Él y les prepara para el verdadero abandono que de su alma y corazón deben realizar para ser las personas que anuncien su mensaje a todos los pueblos del mundo entero y en todos los tiempos. Eso no llegará a su culminación hasta que les inunde por completo la Gracia del Espíritu Santo que el Padre con el Hijo, o por medio del Hijo, derrama sobre ellos.
Nosotros también debemos de seguir en este camino de conversión continua poniendo nuestros ojos en las llagas de Cristo que son a través de las que la Humanidad encuentra su redención.
Nuestra Señora, tras el desconcertante y desgarrador Triduo Pascual, siguió con su continua perseverancia de su promesa al ángel Gabriel, “Hágase en mi según Tu Voluntad”. Ella es la Sierva del Señor y les enseña a los apóstoles que la Iglesia es la sierva por excelencia del Señor y como quiere desde esa Iglesia se anuncie, recuerde y actualice el acontecimiento integral de Cristo animado por el Espíritu Santo. Aprendamos en este tiempo de Pascua a seguir como María un abandono resucitado, aún mayor pues las Puertas del Reino ya han sido abiertas por Cristo. Que la felicidad de estos días sea motivo para conformarnos más íntimamente con la Voluntad del resucitado. Feliz y santa Pascua.
Manuel Sánchez