NUESTRA SEÑORA, LA MUJER QUE ENTENDÍA A DIOS

11/02/2024

 

AVE MARÍA

 

NUESTRA SEÑORA, LA MUJER QUE ENTENDÍA A DIOS

 

¿Quién entiende a Dios? Aquellos que entran en una intimidad absoluta con la Voluntad del

Padre. Entonces el Espíritu Santo les va revelando a su corazón pinceladas de la gloria de la

Trinidad y su desvelo al crear el Universo y al Hombre. Le revela su sentido y su destino, la

grandeza de Su amor por cada uno de los hombres y sus ansias de salvarlos a todos y unirlos

a Él en la eternidad. Es el don de ENTENDIMIENTO.

Para ello solo nos pide un corazón realmente humilde, desprendido de todo y cuya confianza

esté depositada en La Trinidad por medio de las Manos de Nuestra Señora. No es anecdótico

que sea mediante Nuestra Señora que nos llegue este don. Ella fue quién primero aceptó la

voluntad de Dios sin poner nada de la suya por delante y confiando incluso su más íntimo

regalo personal que había hecho a Dios, su virginidad perpetua. Confió hasta el extremo, puso

todo en Manos de Dios y entonces Dios le empezó a dar, poco a poco a entender, la grandeza

de su misión en la Tierra, ser Madre Virginal de Dios. Cuando algo humanamente no lo

entendía, no se rebelaba ni pedía cuentas, solo aumentaba su confianza “guardando todas

esas cosas en Su Corazón Inmaculado” y poniéndolas a la luz de Dios para que le diera más

luz para entender mejor. Cuando lo comprendió todo fue entre la Muerte y la Resurrección de

Su Hijo, por eso mantenía unida a la Iglesia primitiva cuando casi todos huían de la Cruz.

Entender a Dios no es hacernos una idea reflexiva de Él, es cambiar nuestro corazón, lleno de

tantas piedras que no dejamos que nada de carne nos conmueva.

¿Quién entiende a Dios? Aquellos que entran en una intimidad absoluta con la Voluntad del

Padre. Entonces el Espíritu Santo les va revelando a su corazón pinceladas de la gloria de la

Trinidad y su desvelo al crear el Universo y al Hombre. Le revela su sentido y su destino, la

grandeza de Su amor por cada uno de los hombres y sus ansias de salvarlos a todos y unirlos

a Él en la eternidad. Es el don de ENTENDIMIENTO.

Para ello solo nos pide un corazón realmente humilde, desprendido de todo y cuya confianza

esté depositada en La Trinidad por medio de las Manos de Nuestra Señora. No es anecdótico

que sea mediante Nuestra Señora que nos llegue este don. Ella fue quién primero aceptó la

voluntad de Dios sin poner nada de la suya por delante y confiando incluso su más íntimo

regalo personal que había hecho a Dios, su virginidad perpetua. Confió hasta el extremo, puso

todo en Manos de Dios y entonces Dios le empezó a dar, poco a poco a entender, la grandeza

de su misión en la Tierra, ser Madre Virginal de Dios. Cuando algo humanamente no lo

entendía, no se rebelaba ni pedía cuentas, solo aumentaba su confianza “guardando todas

esas cosas en Su Corazón Inmaculado” y poniéndolas a la luz de Dios para que le diera más

luz para entender mejor. Cuando lo comprendió todo fue entre la Muerte y la Resurrección de

Su Hijo, por eso mantenía unida a la Iglesia primitiva cuando casi todos huían de la Cruz.

Entender a Dios no es hacernos una idea reflexiva de Él, es cambiar nuestro corazón, lleno de

tantas piedras que no dejamos que nada de carne nos conmueva.

Manuel García

Suscríbete al boletín de la parroquia

* Este campo es obligatorio.