«Jesús no mira tanto la grandeza de nuestras acciones, como la intensidad del amor con las que las hacemos», afirma el padre Broom en la web Catholic Exchange. El sacerdote enumera diez pequeños gestos cotidianos que pueden ayudarnos a fortalecer nuestra fe en momentos de flaqueza.
El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), conocido como «Padre Escobita», es vicario en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, da ejercicios espirituales, y organiza y dirige su propio programa de radio y televisión en Guadalupe Radio.
1. El momento más heroico del día
San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, propone que tan pronto como escuches el despertador, ponte de pie y haz tu ofrenda de la mañana para el día. El Cura de Ars decía que quien empieza bien el día, tiene más posibilidades de vivir bien el resto de la jornada.
2. Dominar la lengua
Todos deberíamos leer Santiago 3, uno de los mejores capítulos de la Biblia sobre los pecados de la lengua. El apóstol nos da un gran consejo para cuando nos encontramos frustrados y enfadados: «Debemos ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enfadarse».
3. Agradecimiento constante
Un buen consejo es que no pase un día sin dar gracias a Dios por todo, y, también, a los demás. Tanto «por favor» como «gracias» son condimentos que dan buen sazón a la vida doméstica.
4. Sonríe, incluso cuando no tengas ganas
Todos tenemos dolores de cabeza, de estómago, resfriados… y, a menudo, los pregonamos y publicitamos. Pero, qué difícil (pero qué agradable sería para Dios) si cuando no nos sentimos bien físicamente, le sonreímos a nuestra familia o a nuestro prójimo. La tristeza y el ceño fruncido son contagiosos, pero, también, la sonrisa y la alegría. Una sonrisa sincera y radiante es uno de los signos más claros de quien es seguidor de Cristo.
5. Elimina los malos pensamientos de inmediato
Todos tenemos malos pensamientos, sin embargo, la pregunta es, ¿qué hacemos con ellos? Una vez, un sacerdote le preguntó a un hombre si tenía malos pensamientos. El hombre respondió: «¡No, Padre, me entretuvieron!». Tan pronto como nos demos cuenta de estar teniendo cualquier pensamiento malo, impuro o pecaminoso, podemos intentar invocar la gracia de Dios y la ayuda de María.
6. Cuando recibas injusticias, reza y no maldigas
A todos se nos ha cruzado alguien en la carretera mientras conducíamos. ¡Nuestra reacción inmediata es maldecirlos! Pero, si somos sinceros, nosotros también hemos hecho lo mismo alguna vez. Sin embargo, Jesús prefiere que recemos por ellos. Jesús nos propone amar a nuestros enemigos y rezar por los que nos persiguen. Un Ave María por el próximo conductor que se nos cruce, para que tenga un viaje seguro y llegue sano a casa, igual sería una mejor opción. La carne se resiste… pero, ¡cuánto agradamos a Dios cuando vencemos nuestros deseos!
7. Reza incluso cuando no tengas ganas
Desafortunadamente, muchas personas obedecen más sus sentimientos que la fe y la razón. Los santos rezaban a menudo, incluso cuando no tenían ganas de hacerlo.Jesús experimentó una profunda desolación y tristeza en el Huerto de los Olivos, pero rezó con más fervor que nunca.
8. Lee un capítulo de la Biblia todas las noches
La disciplina mental/espiritual de la lectura puede llegar a ser un verdadero sacrificio para muchos. Pero, puedes empezar con los Evangelios y leer algún capítulo cada noche. Esto te ayudará a conocer, amar y desear más a Jesús en tu vida. Es imposible amar a alguien que no conocemos bien. Una de las mejores formas de saber más sobre Jesús es leyendo y meditando la Biblia, la Palabra de Dios.
9. Haz tu trabajo diario, siempre mejor
Dios nos asigna a todos un trabajo o una misión para hacer cada día: estudiar, ser ama de casa, en una fábrica, en una oficina, maestra, enfermera o médico… Si somos honestos con nosotros, todos sabemos cómo podemos mejorar en nuestro trabajo.
Qué fácil es llegar tarde, tomar atajos o hacer el trabajo a medias, pero, como dice el refrán, «si vale la pena hacer algo, entonces vale la pena hacerlo bien». Y, San Pablo nos recuerda: «Así que, sea que coman o beban o cualquier otra cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).
10. Coge el último lugar y el trozo más pequeño
El orgullo, la vanidad y la gula, nos hacen escoger siempre el mejor lugar y la mejor porción. ¿Por qué no adquirir el hábito de buscar el último lugar y el trozo más pequeño? Jesús nos recuerda la verdadera grandeza: «Dios derriba a los soberbios, pero exalta a los humildes».
Fuente: religionenlibertad