Testimonio de Rebeca, una sobreviviente de la violencia en la Republica del Congo
A finales de 2019, un grupo de soldados «entraron en casa», relata Rebeca. Buscaban a su marido, que no estaba. «Me cortaron la muñeca de la mano derecha», que aún hoy no puede ni sujetar un bolígrafo. «Luego me violaron. Y mataron a mi cuñado».
Durante dos semanas, la familia se refugió en la parroquia de Masisi (Kivu del Norte, en la República Democrática del Congo). Luego huyeron a Uganda. «La vida allí era muy dura y una vez que mi esposo se enfadó conmigo me dijo: “Te violaron, ya no puedo vivir contigo, vete a buscar a tus hombres”. Me dolió mucho». Rebeca cogió a sus tres hijos y se volvió desde Uganda huyendo de la desnutrición y del riesgo de enfermedades en el campo de refugiados donde vivían. No se plantea volver a Masisi, «hay demasiada inseguridad».
Un nuevo grupo armado, llamado Shishikara en el Congo
En enero, fuentes de la sociedad civil local alertaron de que un nuevo grupo armado, llamado Shishikara, se ha sumado en esa zona a los 120 que desde hace décadas mantienen vivo el conflicto en el este del país, sin que el Estado de sitio decretado en 2021 haya solucionado nada. Además, el Gobierno ha acusado a Ruanda de tener a soldados allí.
Por ahora, Rebeca vive con sus hijos en Himbi, un barrio de Goma. Sin su marido, le resulta muy difícil conseguir dinero para el alquiler y para comer. «Ninguno de los niños va al colegio». Al recordar la violación y todo lo vivido después, «ya no tengo ganas de vivir». Ha llegado a pensar en el suicidio.
El Papa Francisco y las víctimas de la guerra en Kinsasa
Esta semana, sin embargo, su ánimo es diferente. «Siento una gran alegría» al saber que el Papa Francisco se reunirá este miércoles con un grupo de víctimas de la guerra en Kinsasa durante la visita al país. «Me gustaría verle». Sí lo harán algunas de las mujeres víctimas de violencia sexual y doméstica que atiende CAFOD (Cáritas del Reino Unido). Por seguridad y respeto a su intimidad, los organizadores las están manteniendo alejadas de los focos. «Han sufrido traumas terribles», explica Bernard Balibuno, responsable de la entidad en la R. D. Congo. «Compartir sus historias y encontrarse con el Santo Padre lo es todo para ellas».
Además, «lanzará a todo el mundo el mensaje de que tenemos que escuchar a los supervivientes y acabar con la violencia basada en el sexo». El anhelo de Rebeca es más sencillo, pues solo confía en que «gracias a la oración del Papa desaparezcan nuestros problemas». Su oración por la paz y la reconciliación para que «mis hijos puedan volver a la escuela y yo a mi vida anterior»
El testimio de Sibomana que lleva un mes buscando a sus hijos
También es lo único que le pediría Sibomana, que quiere seguir la visita por radio desde el campo de desplazados del centro Don Bosco Ngangi, de Goma. Allí viven, desde noviembre, 30.000 personas. «Que viniera a visitarnos era mi mayor deseo», pero al menos las víctimas con las que va a estar «le podrán contar nuestros sufrimientos».
Los combatientes de la guerrilla M23 «nos atacaron mientras trabajábamos en el campo», en la zona de Rutshuru. «Las balas sonaban por todas partes. Salimos en desbandada, mis hijos por un lado y yo por otro». Tardó un mes en localizar a los siete que tiene. «Ninguna Fuerza de Seguridad nos ayudó». De hecho, «algunos se fueron antes que los civiles. Dios nos protegió», asegura este católico. «Mi fe me ha ayudado mucho desde el comienzo de la guerra». Aunque no le libra del impacto psicológico de depender de la ayuda de otros para conseguir algo de comida, que apenas es suficiente, y «no saber cuándo podré volver a casa». «De momento solo tenemos la oración, los intentos de negociación no han tenido éxito».
Fuente: alfayomega